Bitácora de Isabel Huete

SOLIDARIDAD CON HAITÍ

SOLIDARIDAD CON HAITÍ
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30 octubre 2007

Ausencia temporal

Esta composición con conchas y la foto las hice en la playa de Punta Umbría, en uno de los encuentros de EDITA. La titulo "Flor de playa".

Voy a estar unos días escribiendo menos porque estoy algo liada: nos han invitado, a Diógenes Internacional Ediciones, al encuentro anual de Editores independientes y alternativos que se celebra en Guadalajara (México) y tengo un mogollón de cosas que preparar para llevarme, entre otras hacer nuevos ejemplares de mis libros objeto y eso me requiere mucho tiempo. El cómo se gestó la historia para que esa invitación nos haya llegado es curiosa y quisiera dedicarle una entrada, la cual escribiré uno de estos días. Ahora sólo diré que me mola un montón lo del viajecito a México, que Diógenes abrirá los encuentros y lo considero un honor, que allí nos vamos a encontrar con otros españoles, amigos de los encuentros anuales de EDITA, en Punta Umbría (Huelva), como son Tito y Ángeles de la Editorial canaria "Baile del Sol", Inma Luna, Antonio Orihuela y Uberto Stabile (poetas los tres), y José Mayoral (escritor, pintor y compañero de la Editorial). Vamos a la tierra del Tequila, a Jalisco, y pienso darme un buen homenaje con esa bebida tan emblemática, y si puede ser escuchando un corridito mexicano, mejor que mejor. Pienso hincharme a sacar fotos.

Todavía no se ha programado mi intervención en RN3, pero se hará, así que avisaré con tiempo. Conocí a Juan Pablo Silvestre, el conductor del programa al que iré, Mundo Babel, y es un encanto de hombre. Tiene, además, otra cara muy curiosa de cantante y compositor. Para los que no conozcáis al grupo "La boa", os recomiendo entrar en estas páginas:

www.boapodcast.com/

www.myspace.com/boaofficial/

www.myspace.com/juanpablosilvestre/

Y por hoy me las piro. Me quedaría un rato contando cosas que han pasado estos días, pero estoy pillá.

Ausencia y poesía.

25 octubre 2007

Hoy he podido

Sí, hoy he podido entrar en mi blog y escribir esto desde mi viejo Mac. Hasta ahora no había podido y aunque no me permite seleccionar letra, tramaño y otras cosas, me hace ilusión. Hasta ahora siempre había escrito desde el PC del curro.

Tengo otra opción... para las urgencias.

Angela me ha escrito para darme las gracias, y yo se las doy a ella por seguir donde siempre.

Poder y poesía.

Es saludable retroceder en el tiempo... a veces.

La lluvia de estos días y el frío con el que hemos despertado hoy invitan a la reflexión, a desear acercarse al fuego con un buen vinito y un cigarrillo en la mano, a conversar con uno mismo escuchando Los nocturnos de Chopin, por elegir una de las composiciones que más me han relajado en momentos de tensión, o también a mantener una conversación íntima con los amigos sobre la vida que nos pasa y se nos pasa.

Ángela es una amiga de esas que llamamos de toda la vida, o casi, y que siempre tiene un espacio en mi memoria aunque vayan pasando los años y nos comuniquemos muy de tanto en tanto; quizá ahora un pelín más porque nos reencontramos hace como tres años en Tarragona, donde nos conocimos y compartimos muchos momentos, buenos y malos, y ahora me sigue en este blog. Como buena sentimental que soy, nunca olvido a mis amigos, a los buenos, a la buena gente que se ha cruzado en algún momento en mi camino. Son muchos, y todos, pasen años o siglos, ocupan una habitación en el motor de mi cuerpo, ese que late miles de veces al día, unas con pasión, otras con rabia y muchas con sosiego. Lo cuido mucho porque siempre he pensado que es lo mejor que tenemos.

Me llamó antesdeayer para decirme que me seguía en el blog y quería agradecerme las cosas que digo sobre mi padre porque a ella le hacían pensar y revolver el recuerdo del suyo, del que tan poco cariño recibió (tampoco de su madre), sin poder superar la frustración que lleva acarreando, como un fardo pesado, durante toda su vida, con el agravante de que no se atreve a "vomitarlo", a verbalizarlo con nadie ni ante nadie. Para sus amigos, que son muchos y la quieren, su vida familiar es como si no existiera. No le preguntan y ella no cuenta. No puede. Y al leerme se identifica conmigo. Me emocionó que me dijera estas cosas.

Es curioso porque siempre he sabido de la existencia de sus conflictos familiares pero nunca he conocido los detalles. Los años que compartimos correrías nos contábamos las broncas con nuestras respectivas familias, pero creo que nunca llegamos a profundizar en la desolación, la impotencia y la rabia que todo esto nos producía. Sufríamos, pero eran unos años en los que huíamos de los malos momentos buscando paliativos con otras experiencias vitales. Teníamos en común la rebeldía y el deseo de libertad, también la necesidad imperiosa de ser respetadas y queridas. Yo llegué a casarme (mal) y ella no lo hizo nunca. Tres años de matrimonio y el posterior divorcio fueron suficientes para tener claro que ése no era un estado que me hiciese feliz, que no tenía espacio en mi armario para compartirlo con nadie, al menos en plan pareja convencional. Cada uno en su casa puede ser más llevadero. Las soledades impuestas que viví en la infancia y juventud me convirtieron de mayor en una persona solitaria por vocación y libre por elección. Y autodidacta en casi todo. Nunca he querido depender de nadie ni que nadie dependiera de mí, salvo en esos casos en los que la necesidad de otros y mi sentido de la solidaridad con ellos me han llevado a darles cuanto ha estado en mi mano, incluso refugio temporal. Son circunstancias inevitables de las que he aprendido mucho.

Ángela también vive sola, pero creo percibir que los fantasmas la acompañan demasiado a menudo. Nuestros padres se equivocaron, nos dolió en el alma su actitud para con nosotras, nos dejaron secuelas difícilmente borrables, pero yo, con el tiempo, le he encontrado su lado positivo: nos hicimos fuertes, resistentes, y también flexibles. Me recuerdo ahora, siempre frente a un paisaje inmenso, de esos que tanto me ha gustado contemplar, preguntándome una y otra vez el porqué de ese desamor familiar que no sólo me afectaba a mí sino también a todos mis hermanos, aunque quizá yo me llevé la peor parte porque me rebelaba más ante lo que me parecía injusto o arbitrario, y eso tenía una penalización extra... Los castigos o las palizas no eran lo que más me afectaba (que también, por supuesto), sino la humillación que sentía por no ser escuchada, comprendida, ni valorada en lo más mínimo. Cuando yo le quería explicar a mi padre que mi conciencia me empujaba a pensar, a decir o a hacer determinadas cosas, el me decía "Tú no tienes conciencia, en esta casa tu conciencia soy yo", o aquella "flor" que me lanzó cuando me fui definitivamente de mi casa, cuando ya no pude más: "Puedes irte tranquila, porque si crees que en esta casa tienes un padre que te quiere estás muy equivocada, sólo hay un señor que te aguanta".

Así era mi viejo, ¡todo ternura!, pero lo curioso es que mientras durante muchos años el rencor dominó parte de mis pensamientos, cuando murió tras un año y medio de deterioro a causa de un infarto cerebral, el recuerdo de él se volvió amable, cariñoso, casi tierno. Quizá porque en los últimos años de su vida, sin dejar de tener el mismo carácter agrio y opresivo, volcó su confianza en mí como nunca lo hizo con ninguno de mis hermanos. No sé si es que pensó que el haberme puesto a hacer una carrera y terminarla después de mi divorcio, eso me volvía inmune ante la irresponsabilidad o ante la falta de seriedad, o que creyó vislumbrar que yo no era ninguna loca de la vida (bastante más de lo que él se creía, por cierto), o que no me había echado a la calle en brazos de "cualquiera" que pasara por allí... No sé qué pasó por su mente para que su actitud para conmigo cambiara, no tanto en el aspecto afectivo como en el de respeto hacia mí. Cuando ya estaba medio demente a causa de su enfermedad y apenas veía, se le iluminaba la cara cuando me escuchaba llegar con mi madre. Me llamaba muchas veces, como intentando comprobar si seguía allí, cerca. También me impresionó que en un momento de medio delirio nos pidiera perdón a todos sus hijos por haber sido tan duro con nosotros. En el fondo de sí mismo él sabía que nos había fallado, y a mi madre también porque con la pobre tampoco fue un bendito, aunque ella, llevada por el miedo e iluminada por la resignación cristiana le soportó lo indecible. Nunca se atrevió a enfrentarse a él (creo que su educación y sus creencias se lo impedían) y muchas veces nos protegió mintiéndole o, mejor dicho, ocultándole la verdad. Pero no lo odiaba y cuando murió me impresionó ver hasta qué punto se le fue parte de su vida también. Ahora, con los años, ha recuperado la vida y es un portento de mujer.

Le vi morir pero su muerte no me afectó. En el fondo me sentí liberada, pero lo que más peso ha cobrado en mi recuerdo son sus últimos meses de fragilidad, ver cómo su fuerza se iba quedando en nada, su necesidad de compañía y cariño, todo eso que, mientras estuvo sano, nunca supo pedir ni dar. Y me dio pena, mucha penita. Ya no lo veía como un monstruo sino como un ser desvalido, perdido y sometido a su destino. Debió de sufrir mucho durante toda su vida para ser incapaz de controlar su agresividad y volcar su dolor de forma tan despiadada hacia su familia (con los amigos no es que fuera una perita en dulce, pero se hacía el simpático), hacia quienes estábamos más cerca, hacia los que le podíamos dar más cariño, hacia quienes más lo necesitábamos. Pero se quedó solo, con mi madre.

Ahora, a veces, cuando me siento angustiada por alguna cosa, recurro a él y le suelo decir que si es que está en algún sitio, perdido por el universo entre la maraña de estrellas, que me eche una manita... No sé si ese sitio existe, pero a mí me relaja pensar que me escucha.

Mi psicóloga me decía que eso es una regresión... ???

Me olvidaba incluir un poema (malo, como todos los míos) que dediqué a mi padre, más o menos al año de que muriera:

Díselo, padre, ahora que estás perdido
en la penumbra
de un mundo desconocido,
en la vorágine de la nada donde el amor
-dicen-
navega sin rumbo fijo.

Díselo, padre, si es que Dios
te ha invitado a su cena
y te ha ofrecido esa nata que,
al convertirla en plata,
espanta todas las penas.

Cuéntale, padre, que cada día
la sangre y la miseria nos inundan
al abrir la puerta,
que los niños lloran entre bombas
y ruinas
convertidos en despojos de sus propias vidas,
que tiemblan sus cuerpos al son
de un ritmo loco, de metralla,
con el hambre entre las manos
y la mirada helada,
que el dolor dibuja sus rostros con surcos
de mis batallas libradas por otros hombres
para conquistar la nada.

Cuéntale, padre, que el amor
ha desertado, agotado de ver
sufrir y morir,
de tanto asco,
de recoger las migajas que cada día
reparten quienes se esconden
tras los colores de muerte de un viejo
estandarte,
que la justicia se ha dejado arrebatar
la venda de los ojos, para poder llorar,
que la libertad es sólo un sueño agostado
en la memoria,
un nudo seco que atenaza
el eco de los que quieren gritar.

Cuéntale, padre, si es que ahora
compartes su mesa,
que cada mañana, cuando bajo la escalera
me fundo en la espesura de un mundo
invadido de tristeza,
que la paz se ha convertido en un bien
escaso
y por eso cada noche me emborracho
en la oscura soledad
de mi cuarto.

Díselo, padre,
ahora que puedes llorar sin reservas.

Familia y poesía.

19 octubre 2007

Hacerlo bien; decirlo, también

Tengo estos últimos días muy pillados y por eso no puedo dedicarme al blog lo que quisiera, pero hoy voy a sacar unos minutillos para hablar del trabajo bien hecho, de esa forma de trabajar que tanto nos cuesta reconocer y agradecer mientras que nos sobran palabras para poner a parir a quienes nos fastidian haciendo mal su trabajo. No sé si es parte de la educación y/o de la idiosincrasia del personal que conformamos este país, pero o bien damos por hecho que a nadie que haga bien su trabajo hay que agradecérselo y alabárselo porque es su obligación (era la teoría de mi padre respecto al comportamiento de sus hijos, así nos fue...), o bien se dispara en nosotros un ruin mecanismo de envidia que nos lleva a pensar que quizá ese o esa que hace las cosas bien no es más que un arribista, un pelota o un prepotente. Y eso si es que no menospreciamos su trabajo por temor a que nos quite el puesto cuando de un compañero se trata.
Y hoy me ha dado por aquí porque esta mañana he ido a que me "chuparan" la sangre para ver cómo andan mis hormonas tiroideas, que las tengo bastante bajitas desde hace un tiempo. La enfermera que me ha pinchado (odio los pinchazos de cualquier tipo) lo ha hecho de lujo. Y encima era estupenda y amable. Cuando ha terminado la he felicitado por lo bien que lo había hecho y le he dado las gracias. Se ha sorprendido y después me ha agradecido el comentario a la vez que una amplia sonrisa le iluminaba toda la cara. No te sorprendas, le he dicho, cuando alguien hace algo bien también hay que decirlo. Sí, sí, claro, me respondió, pero es que no estoy acostumbrada a que me lo digan...
Es curioso que todos, o casi todos, manifestemos a menudo la queja de la falta de reconocimiento de los demás hacia lo que hacemos, sin mirarnos en el espejo y preguntarnos por qué tantas veces tenemos ese mismo comportamiento, del que tan fácilmente nos quejamos, hacia el trabajo de los otros. No me excluyo, que conste, pero sí he de decir que cada día pongo más empeño en no negar lo bueno que tienen o hacen otras personas, en hacerlas más visibles ante mis ojos y ante los de otros.
Una vez le dije a uno de los jefes de entre los muchos que he tenido, cuando empecé a trabajar con él (él me reclamó para su área porque consideró que era una persona competente), que por favor no se cortara en señalarme las cosas que hiciera mal, pero que también lo hiciera cuando las hiciese bien. Aunque pocas veces me señaló algún error o defecto en mi trabajo, nunca me reconoció lo bueno, aunque yo supiera que estaba más que contento conmigo por otros detalles que quizá a una persona menos observadora que yo le hubiesen pasado desapercibidos. Y a menudo presentó ante otros, como propios, informes que yo había elaborado, sin citarme en ningún caso. Nunca lo interpreté como una mala jugada (estoy convencida que no lo era), sino como una falta de confianza en sí mismo, como una necesidad (igual que la mía) de ser reconocido, y eso que tenía una inteligencia privilegiada. Como le tenía aprecio nunca se lo recriminé porque, entre otras cosas, el hecho de que se apropiara de algunos de mis trabajos significaba que los valoraba y, en consecuencia, aquellos ante quienes los exponía. Que mi nombre saliera a relucir no me importaba tanto como el reconocimiento tácito de mi trabajo. Aunque no me arrepiento, creo que mi falta de vanidad, y quizá también de ambición, me ha llevado en muchas ocasiones a pasar desapercibida, a no ser valorada en la forma y en el fondo con toda su justeza. Sigo siendo un poco así, pero no estoy segura de que sea lo mejor, aunque la experiencia te va enseñando a sacar un poquillo más los dientes.
Sin embargo, lo que sí tengo cada día más claro es que hay que poner a funcionar la generosidad y colocarse en el lugar de los otros, y aquello que reclamamos para nosotros debemos reconocérselo a los demás. Porque es de justicia, porque se lo merecen, porque se lo curran, porque lo necesitan, porque hasta que no lo haces no sabes hasta qué punto uno siente que también ha hecho las cosas bien, y llega la paz interior.
Reconocimiento y poesía.

17 octubre 2007

Son como la niña de mis ojos...

Presentación de los libros

Mira mi corazón preso en el ámbar de los instantes eternos
y
Territorio Bilbao

A cargo de
José Blanco, Juan Jesús Sanz e Isabel Huete

Viernes 19 de octubre, 20 h
Entrada libre y gratuita

Centro de Arte Moderno
Gobernador, 25 esquina San Pedro
28014 Madrid

Metro: Atocha – Antón MartínBus: 27 / 45 / 14 / 6 / 26 / 32Renfe: Atocha Cercanías34-914298363centrodeartemoderno@telefonica.net www.libreriadelcentro.net
www.galeriadelcentro.com www.centrodeartemoderno.com


Mira mi corazón preso en el ámbar de los instantes eternos

José Blanco (Barakaldo, 1.965), poeta visual y discursivo, se puede decir que escribe poemas desde que tiene uso de la lengua. Ha ganado el XIII Premio Internacional de Poesía Arcipreste de Hita (1992) por su obra Las obras de la mar. Las obras del amor y el X Premio Nacional de Poesía Mariano Roldán (2000) por Cuaderno de bitácora .
También ha sido incluido en diversas Antologías y proyectos, y tanto su obra gráfica como escrita han ido apareciendo desde 1.989 en una veintena de revistas y publicaciones especializadas.
La voz que habla en estos poemas parte del interior y se va abriendo paso, no sólo a través del espacio físico sino también del emocional, que delimita la experiencia, retornando en la última parte a la intimidad, donde hará una especie de balance de lo hallado y lo perdido
Esta edición se completa con 13 láminas que reproducen otros tantos collages y fotomontajes del propio autor.
El lector tiene en sus manos una obra global y exquisita, un libro con un formato diseñado y elaborado por Isabel Huete, como el resto de la colección “La ciudades son libros que se leen con los pies…”, para permanecer siempre abierto y cambiante.

Territorio Bilbao


El resultado de este libro es un abanico de aportaciones literarias de muy diversas texturas, reuniendo a autores/as de contrastada trayectoria, como el también editor Kepa Murua o el cantautor Txuma Murugarren, junto a otros con un recorrido más discreto e incluso incipiente, como Mónica Iglesias, Maika Campo o Hugo Larrazábal.
De los 12 participantes, una parte importante ha pertenecido o ha estado vinculado al Taller Literario La Galleta del Norte, el dinámico colectivo baracaldés que desarrolló su actividad más intensa en los años 80 y 90, produciendo tanto obras de escritura colectiva, especialmente narración y teatro, como publicaciones, exposiciones y recitales.

Juan Jesús Sanz (Bilbao, 1967) es fotógrafo y pieza fundamental en el desarrollo de este proyecto. Realiza trabajos para agencias de publicidad, sellos discográficos y ediciones alternativas, además de ejercer como freelance para varias publicaciones y agencias de noticias. Ha realizado siete exposiciones fotográficas individuales y diversas colectivas. Ha coordinado las I Jornadas de Poesía Experimental de Euskadi, en el otoño de 2006.

La idea de libro y su elaboración también es de Isabel Huete

Bueno, esto para mí es un honor, a lo que hay que añadir que, gracias al interés que ha puesto el Centro de Arte Moderno, me van a entrevistar en Radio Nacional, en el programa de Juan Pablo Silvestre, Mundo Babel, a confirmar si este domingo o el próximo (lo pondré en cuanto lo sepa por si a alguno/a de los que me leeis le da por escucharme ;->). Me ha hecho mucha ilusión ese interés por el formato de edición de mis libros, bueno, míos y de los autores que los escriben, que yo sólo ideo y elaboro el contenedor, eso sí: de forma totalmente artesanal. Cuando alguien se curra las cosas y pone pasión en ello, como he hecho yo, la verdad es que da mucho gustito que otros lo sepan apreciar. La soledad en la que sueles trabajar y que la mayoría de las veces se mantiene después porque parece que determinadas novedades o salidas de los cánones tradicionales pasan desapercibidas o a pocos interesan (salvo cuando hay "padrinos" de por medio para empujar), con estas sorpresas parece como si una fuente de agua fresca se instalara en el corazón y el tintineo de las gotas fueran los latidos bailando a un ritmo desaforado. Es la alegría, es la emoción.
El último libro-objeto que he realizado lo presenté en Barcelona, porque el autor, Agustín Calvo Galán, es un poeta-visual catalán, pero todavía tengo que sacarlo a la luz en Madrid. Sólo diré que es una ventana de ventanas, un libro que es también un cuadro y que tiene movimiento, que cambia porque la mano de quien se acerque a él puede modificarlo... ¡Un currazo que te caguis!. Pero éste, que se titula Otra ciudad, y Mira mi corazón preso en el ámbar de los instantes eternos los colegas del Centro de Arte Modernos van a exponerlos en su estand de STAMPA, la feria de arte que se celebra en Madrid del 24 al 28 de este mes. Me siento satisfecha porque nunca imaginé nada igual, me siento feliz. Eso me anima a seguir trabajando, a seguir ideando, a seguir publicando a través de Diógenes Internacional, Editorial alternativa que comparto con José Mayoral y Antonio Novillo, dos joyas estupendas.

¡Tengo ganas de ponerme a saltar! ¿Y por qué no intentar coger una estrella?

Edición y poesía.

15 octubre 2007

Día de Acción del Blog

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11 de octubre de 2007 — permalink

Postado por Alicia y Deborah

El 15 de Octubre, dentro de una semana, será el Día de Acción del Blog y el tema de este año es el medio ambiente. Si tienes un blog y quieres unirte, sólo tienes que postear algo relacionado al medio ambiente de cualquier manera, tamaño y formato que prefieras. Puedes elegir algún tema ambiental que tenga un significado para ti y de esta forma, hacernos saber porqué es importante. Organiza la limpieza de una playa o un barrio y cuéntanos al respecto. Si te interesa escribir ficción, entréganos una historia con un tema ambiental. ¿Tienes un podcast, blog de video, o un blog de fotos? ¡Únete a la diversión! La idea es tener un efecto masivo en la opinión pública compartiendo la mayor cantidad de ideas a través de todos los canales posibles.Si te quieres apuntar y participar, registra tu blog junto a los otros más de 7000 blogs (¡con 5 millones de lectores!) que ya se han inscrito. También, puedes ver el blog del Día de Acción del Blog para saber más de cómo los bloggers pueden cambiar el mundo.


He querido unirme a este día, que es hoy, porque me parece una buena causa ¡y a ecologista me ganan pocos! Y eso a pesar de que no reciclo todo lo que debiera, muchas veces por pereza, y soy incapaz de no espachurrar una araña cuando la veo cerca...

Pero hoy me toca escribir sobre un tema medioambiental y me voy a inspirar con una fotografía que hice en la inauguración de la exposición de mi querido amigo Javier Seco, aquí en Madrid, en el Centro de Arte Moderno, el miércoles de la semana pasada.
Esta escultura-poema visual hace referencia, como es fácil adivinar, a cómo el poder del dinero, del americano sobre todo, está llevando a nuestro globo terráqueo por la tremenda pendiente de la destrucción. Ello se basa en la falta de respeto que ese país, EE.UU. (junto a otros como China, para qué engañarnos), tiene hacia todo lo que tiene que ver con la emisión de gases de efecto invernadero, siendo uno de los países que más contamina por su tamaño y por su industria. Ni siquiera aceptó suscribir la resolución de Kioto ni se espera que suscriba cualquier otra. No sabemos si el efecto Al Gore con sus denuncias incidirá algo (quizá si tiene réditos electorales se consiga algo) en los programas de los candidatos republicanos y demócratas.
La cuestión no es sólo lo que el propio país contamina, sino también las políticas económicas de inversión en países mucho más pobres, en los cuales las empresas americanas se instalan sin poner el más mínimo interés en la preservación del medio ambiente en esas zonas. Tampoco se mueven lo más mínimo para intentar que esos gobiernos, necesitados de prácticamente de todo, desarrollen políticas de conservación de su entorno. Ni disponen de medios de vigilancia, ni tecnológicos ni de nada, y no sólo EE.UU. no se los aporta, sino casi ningún país industrializado con intereses económicos en unas naciones que no es que no tengan en muchos casos recursos sino que no pueden explotarlos por sí mismos y los que sí disponen de los medios se los niegan para ejercer una fácil colonización industrial, la cual la mayoría de las veces es aceptada a cambio de prebendas para los que gobiernan, cuyo mayor mérito es hacerlo bajo el signo de la corrupción.
El dinero, y sobre todo el dinero globalizado (¡esa gran mentira de que con la globalización todos íbamos a vivir mejor!), lo único que ha hecho es agrandar las diferencias entre los países más ricos y los más pobres. Los primeros crecen imparables mientras los segundos se hunden cada vez más en la miseria. Cuando hay que alimentarse para sobrevivir, nadie se preocupa de pensar si las talas de árboles masivas, las pescas indiscriminadas o la contaminación de los ríos, por poner tres ejemplos emblemáticos, les pasará factura a medio plazo, si no a corto. Tampoco parece prioritario en los países más pobres educar en medio ambiente si el problema es cómo conseguir maestros que enseñen a escribir y a leer o hacer campañas (cuando se puede) sobre prevención de enfermedades infecciosas o de transmisión sexual. Y eso cuando hay padres que se empeñan en que sus hijos tengan algún conocimiento más que los que tuvieron ellos (ninguno), porque el hambre puede llegar a embrutecer de tal manera que millones de niños son explotados en el campo, en la construcción, en las minas o en el ejército.
Puede parecer tremendista todo esto, pero a mí lo que me parece es desolador. Pero no quiero quedarme sólo en la queja, sino también proponer que cuantos más seamos los que denunciemos la rapiña por los recursos más valiosos y la exigencia del aumento de la ayuda a los países más necesitados (a su población), con un control riguroso de su reparto o distribución, más presión ejerceremos sobre los gobiernos de los más desarrollados. Y no sólo me refiero a ayuda económica, sino que ésta debiera ir acompañada de ayuda tecnológica, educativa, sanitaria, etc.
Si nos ocupáramos más de estos temas y no en defender banderas que no quitan el frío a nadie, mejor nos iría a todos.
Planeta y poesía.

11 octubre 2007

Pa salir corriendo

Eso es lo que voy a hacer: salir corriendo este finde largo pa no ver ondear las banderas de la estupidez por las calles de mi Madrid, calles que, para mayor desasosiego, encima están pegaítas a mi casa. Jamás en mi vida he empuñado una bandera ni símbolo alguno. Miento, llevé una vez un pin de la bandera de Escocia porque me la regaló Campbell, un noviete escocés de juventud... que era una delicia de persona aunque algo cervecero, y era capaz de beberse él solito todos los bidones de cerveza de un pub. También llevé una vez, por unas horas, una banderita bávara que me regalaron en una cervecería de Múnich.

No creo en los símbolos patrios, ni me gustan. Bueno, es que en realidad me la repampinflan. Nunca me he sentido de ningún lugar determinado, o más bien puedo decir que me he sentido de todos. Si he ido a Japón me he sentido japonesa (¡que mira que es difícil!); si ha sido Francia, francesa; si Guatemala, guatemalteca; si Cataluña, catalana; si Murcia, murciana... Y así en cualquier otro lugar al que haya viajado. Nunca he alardeado de española porque me parece de una estrechez mental apabullante y más aún en mi propio país. Me siento tan bien y tan mal (según en qué momento) en España como me puedo sentir en cualquier otro país. Y ahora, en estos días donde los despropósitos se agigantan, en los que un vocero, o el padre de todos los voceros, un señor al que le gustaría más que a un tonto un palote gobernarnos, con ínfulas de caudillo y la bandera de telón de fondo (le faltaba el palio), al que cuando miente (que son muchas veces) se le dispara de pronto el ojo izquierdo como si se le hubiese incrustado una viruta y adquiere aspecto de sátiro, el que está levantando su propia cruzada contra las supuestas ordas separatistas como antaño se levantó contra las republicanas; ese señor cuya única misión parece ser, en aras de hacerse con el poder, provocar el miedo y el desconcierto al tiempo que proyecta sus obsesiones sobre los demás; ese patriota con complejo de vampiro que lo mismo le da chupar la sangre de los vivos que de muertos (los de la memoria de la guerra y los del terror etarra); ese buen ciudadano cristiano que defiende con pasión la enseñanza de la religión (supuestamente la única y verdadera) y denosta con idéntico ímpetu la enseñanza cívica; ese cateto nacionalista español, papizotas, que niega el derecho a que otros defiendan el suyo (aunque yo no comparta ningún nacionalismo, niego aún más los que son excluyentes); ese rancio demócrata que recurre leyes sobre la libertad y la igualdad de las mujeres; ese machote de pacotilla que quiere impedir que las parejas homosexuales tenga los mismos derechos que las demás; ese sucio navajero de la política, mire usted por dónde, pretende que yo se siga, que me adhiera a sus posiciones alucinatorias, que renuncie al más elemental sentido común, que castre mi cerebro, que defienda una tal España que no solo nunca ha existido sino que nunca podrá existir salvo por la fuerza, como lo hizo ese dictador al que sólo condena "un poquito" no vaya a ser que los fachas no le voten; ese doloroso personaje -porque me duele lo que dice y hace- quiere que yo y otros muchos como yo le votemos... A mí, aparte de dolerme, me insulta con su estupidez y su banalidad. No sé si ganará las próximas elecciones, pero si lo hace creo que sentiré unos irreprimibles deseos de marcharme a otro país en el que no me maltraten. Lo malo es que no me lo podré permitir.

Me queda el recurso a la pataleta, y aunque no es precisamente el mejor, al menos me quedaré más agusto. Y lo hago con esta foto que me han enviado y la cual he manipulado cambiando la bandera y poniendo una blanca, la de la paz, la de la convivencia, la del respeto, la única que todos deberíamos defender, la única que yo sí enarbolaría.



¡Y un huevo si piensa que yo le voy a votar!

Libre pensamiento y poesía.

09 octubre 2007

Morfeo me mata

Después de varios días alejada de "mis intimidades", vuelvo para reconocer mis debilidades por Morfeo. Después también de que estos días me haya levantado a horas para mí intempestivas, en unos casos por obligación y en otros por "afición" (es el caso de la F1, de nuevo en el finde), he tenido la sensación de que el día era demasiado largo aunque también más productivo. Lo que pasa es que los que somos de tensión baja, el esfuerzo de abrir los ojos, sobre todo cuando todavía la única luz que entra por la ventana es la de las farolas, se asemeja a una tortura koreana (de las de Korea del Norte) que apenas puede compensarse con ningún aliciente, ni tan siquiera con el polvo más apetecible.

Puedo recordar a mis 16 añitos, en uno de los dos únicos cursos de mi vida escolar que no estuve interna, cómo mi madre, a las 6 am. venía a despertarme para atravesar Madrid de punta a punta camino del colegio. Dormía en la misma habitación con mi hermana mayor, Carmen, en una litera en la que yo ocupaba la parte de arriba. Mi madre me llamaba con suavidad para no despertarla y yo, para que se marchara, amagaba levantarme, pero en cuanto salía por la puerta daba media vuelta y me volvía a dormir. Así hasta tres o cuatro veces, hasta que mi madre, desesperada, tiraba de mí para colocarme con los pies en el suelo y así poder volverse a la cama. Pero yo no podía con mi alma -o mi alma no podía conmigo, no sé- y tirada sobre la alfombrilla de la habitación me volvía a los brazos de Morfeo, tan agustito. Mi pobre madre, sabiendo de mis dificultades para arrancar se mantenía alerta, y se levantaba de nuevo para volver a tirar de mí hasta que me metía en el cuarto de baño. Pero aquí no acababa mi calvario -ni el de ella, sobre todo- porque tan pronto me encerraba en el baño, estiraba la alfonbrilla de la bañera y me dormía de nuevo sobre ella. Me daba igual que hiciese frío o calor, y no digamos el llegar a tiempo a las clases. Yo sólo quería dormir y que me dejasen en paz.

Lo malo de todo ese drama matutino que yo dividía en tres actos, obligando a mi madre a que me acompañara en la escena, ¡pobrecita mía!, era que la solución final pasaba porque empezara a golpear la puerta y a llamarme a gritos para que me despertara, lo que implicaba despertar también al resto de la casa. He de reconocer que la oía de sobra pero, como buena hijaputa que a veces soy, hacía como que no. Mi actitud, creo, se debía a que concebía esos madrugones y el tener que hacer varios trasbordos de autobús para llegar a mi destino como una especie de castigo; también el hecho de que las clases fueran de Matemáticas, Física y Química, mis tres bestias negras, ya que las había suspendido y las tenía pendientes. Y claro, yo le echaba la culpa a mi padre por haberme "encauzado" hacia las ciencias porque decía que tenían más salida, cuando yo era, y soy, medularmente de letras. Eran tiempos en los que la opinión de una no contaba para nada, menos aún cuando tu padre se consideraba dueño y señor de tu vida y de lo que ella debería depararte. Estaba, en principio, predestinada en lo que a mi formación se refería, pero lo que él no sabía (o no quería saber), ni yo tampoco (si acaso lo intuía), era que tal predestinación estaba condenada al fracaso. Decididamente yo nunca sería farmacéutica, que es lo que le hubiese gustado.

Entonces mis mañanas tempraneras era un suplicio, sin embargo ahora, a pesar de sentirme muy desgraciada cuando madrugo, intento buscarle el puntito guapo, el puntito atractivo, y me encandilo con las luces del amanecer y con las estrellas más remolonas. Además ahora, haga lo que haga, sólo dependo de mí misma o, como mucho, del despertador del móvil, por el que siento un odio profundo pero al que necesito tanto para levantarme como para acordarme de cualquier evento, como es el caso de los cumpleaños de las personas a las que quiero o de las citas con el médico o con cualquier ser vivo. Con los no vivos todavía no quedo...

Es curioso que haya empezado a disfrutar de las desventajas de madrugar después del tratamiento al que me sometieron de cortisona junto a la quimio. Las 14 pastillas que me metía durante 5 días seguidos todos los meses me ponían como una moto, tanto que me acostara a la hora que me acostara, a las 6 am. ya estaba en danza sin que me costara ningún esfuerzo. Era como si me metiera una raya de coca en vena (y eso que no sé lo que es una raya de coca, aunque sí unos buenos gintonics o unos orujitos blancos, de los buenos), tal era la actividad (o el frenesí) que desarrollaba durante el día. Eso sí, la cortisona te pone bien sabrosona... pepona de verdad. Pero lo prioritario era estar fuerte, sentir que tenías vida para seguir viviendo, y es entonces cuando comprobé lo hermoso que es ver amanecer todos los días, ver abrirse algunas flores con la luz del sol, contemplar la mar en calma, sentir el silencio sólo interrumpido por el despertar de los pájaros, bañarte en pelotas con las primeras luces dejándote llevar por la corriente como un barco a la deriva. Y después desayunar, sola, con el mundo por delante, con el horizonte físico y mental abierto en canal para que la vida se desparrame a su antojo.

Y estos bellísimos amaneceres, y atardeceres, pude disfrutarlos gracias a mi prima Cristina y a su marido, Fernando Trueba, que me dejaron estar en su casa en una cala de Mallorca durante un mes, ese verano del 2003. Nunca se lo podré agradecer suficientemente. También a mi madre y a mi tía, que me acompañaron y estuvieron pendientes de mí con todo el mimo del mundo, sobre todo a la hora de despertarme de la siesta porque me empezaba a dar el sol y no debía tomarlo; siesta que dormía en una hamaca colgada entre dos árboles, con el mar a mis pies y la brisa balanceándome. El paraíso.

Ahora ya sé disfrutar todos los amaneceres, y cada uno me parece el primero. No importa dónde esté ni en qué época del año. Uno debe renacer cuando renacen todas las cosas, cuando la vida se despierta cada día. Sigue sin gustarme madrugar, sigo adorando a Morfeo porque me mece muy bien, pero también diré que he conseguido adorar el amanecer y que cuando no lo puedo ver, disfruto imaginándomelo.

Amanecer y poesía.

04 octubre 2007

El mejor amigo, con perdón de mi gato...


Los animales también son una fuente de amor y aprendizaje, así que recomiendo este acto y/o, si no se puede asistir, la compra de este libro para quien sepa apreciar la cercanía de un animal y amarlo. Y por supuesto que, además de todo esto, ame también la poesía.


PRESENTACIÓN EN MADRID DE LA ANTOLOGÍA DE POEMAS SOBRE PERROS
'VIDA DE PERROS. POEMAS PERRUNOS'

Asociación de escritores y artistas españoles (http://www.aeae.es/)

Viernes, 5 de octubre - 20:00 hs.

[c/ Leganitos, 10, 1º D Parada de Metro: Plaza de España (L 3) o Santo Domingo (L 2)]

Presenta: Enrique Gracia (poeta y miembro de la AEAE).
Participa: Diego Marín A. (responsable de la edición de Vida de perros).
Leerán sus poemas: Jesús Hilario Tundidor, Jesús Munárriz, Juan Carlos Suñén, Marta Sanz, Ángel Petisme, Enrique Gracia, Manuel Quiroga Clérigo, Ana María Romero Yebra, Francisco Cenamor, Francisco Moral, Lucas Rodríguez, Rafael-José Díaz, Antonio Crespo Massieu, Miguel Ángel Bernat, Ana María Fagundo, María José Marrodán, Ramón Mayrata, José Luis Gracia Mosteo, Daniel García Granda, Juan José Cantón...

PEDIDOS:
editorialbuscarini@gmail.com
Vida de perros. Poemas perrunos
12 € + 3 € (GASTOS DE ENVÍO) = 15 €

La nueva Editorial Buscarini se lanza al mercado literario y lo hace con un libro singular, la antología de poemas sobre perros Vida de perros. Poemas perrunos. La obra recoge poemas dedicados a los canes de los principales poetas españoles en la actualidad que han colaborado expresamente en este proyecto (como Antonio Gala, Carlos Bousoño, Francisco Brines, Luis Alberto de Cuenca, Luis Antonio de Villena, Juan Luis Panero, Vicente Gallego, Carlos Marzal, Andrés Trapiello o Ángela Vallvey) y un completo estudio introductorio sobre la presencia del perro en la Historia de la Literatura a cargo del filólogo Diego Marín A.

El perro ha sido siempre, más que el mejor amigo del hombre, su mano derecha en diferentes labores. Hombre y perro llevan conviviendo 15.000 años, primero como fiel aliado en la caza, luego en la batalla, más tarde como guardián de la casa y, ya recientemente, guía de invidentes, detector de drogas y explosivos, rescatador de personas en catástrofes y hasta animal de propiedades terapéuticas saludables para algunas enfermedades humanas.
El perro es, sin duda, el animal que más labores sociales realiza para el hombre y aún no hemos aprendido a respetarlo como merece cualquier ser vivo: tan sólo en La Rioja se abandonan 5.000 perros cada año. Además, el perro es un motivo literario que los escritores, desde Homero hasta los principales autores españoles de la actualidad, han tratado a lo largo del tiempo. Para intentar concienciar sobre la necesidad de respetar a la Naturaleza y los animales en general, y a los perros en particular, más de un centenar de poetas se dan cita en Vida de perros para cantar e invocar a mascotas propias y ajenas. Vida de perros. Poemas perrunos ha sido editado junto a Ediciones del 4 de agosto y en colaboración con Ayuntamiento de Logroño, Fundación Caja Rioja, Dirección General de Cultura del Gobierno de La Rioja y Perla Ediciones.

Diego Marín A. (Logroño, 1979) es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de La Rioja y colaborador de Diario La Rioja. Anteriormente ha editado la obra poética de autores como el bohemio Armando Buscarini (Orgullo. Poesía completa, 2006) o Esteban M. de Villegas (Las eróticas, 2005) y la obra teatral Los dioses se han fatigado de Antonio Cillero Ulecia.

Editorial Buscarini
Casa de las Asociaciones
Parque San Antonio, s/n
C.P. 26009 Logroño (La Rioja)
editorialbuscarini@gmail.com

Menos mal que Fígaro no sabe leer... salvo los ojos.

¡GUAU! y poesía.

03 octubre 2007

Dejarse fluir

Por fin llueve, no de forma intensa pero es lluvia, y se agradece. De vez en cuando contemplar la ciudad dominada por el color gris del cielo y ver el avance del agua por las calles como si fueran diminutos riachuelos, o dejarse llevar por la melancolía de unas gotas deslizándose por el cristal de una ventana, puede resultar muy estimulante. Yo siento la lluvia como una fuente de limpieza, como si con ella se regenerara el aire, como si volviera menos intensos los ruidos, como si apaciguara las tensiones del gentío que recorre las calles. Aunque también es cierto que me gusta mucho más cuando llueve en el campo y los vapores de la tierra mojada te penetran hasta la médula, y te dan ganas de dejarte empapar, volverte esponja, y bailar a su ritmo, y gritar. Fluir con con la lluvia, fluir como la lluvia.
Lluvia y poesía.

02 octubre 2007

Sufrir de genio (del malo)

A veces me levanto de un genio espantoso y me cuesta recuperar, a lo largo del día, el buen humor. Suele pasarme cuando ocurren determinadas cosas que no me gustan y la verdad es que la mayoría de las veces nada tienen que ver con mi vida personal, que es bastante tranquila o, mejor dicho, he aprendido a tomármela con bastante tranquilidad.
¿Qué ha pasado para que esté afectado mi humor? Veamos: Birmania, Darfur, Ibarretxe, PP, PSOE, Ártico, símbolos, inmigrantes, ONU... Y algunos más, pero creo que con estos nombres la muestra ya es bastante extensa.
Sencillamente, hay momentos que me cuesta comprender de qué va la parte humana de este mundo, por decirlo suavemente. Quizá debería decir, lo diré: la parte más hijoputa de este mundo, que mire usted por dónde coincide con bastantes humanos. Todo es política, estoy de acuerdo: hasta el aire que respiramos tiene que ver con ella, pero me niego a pensar que también todo sea mentira. Decirlo es lo más fácil, y también lo más cómodo, sobre todo para los que siempre giran la cabeza hacia otro lado y sólo van a lo suyo, a su bienestar, sin importarles qué nueva cabeza se ha cortado a la misma hora en la que les suena el despertador, qué niño/niña ha sido maltratado o vejado por un asqueroso pederasta, qué nueva arma nuclear se está experimentando o qué nueva especie animal o vegetal ha desaparecido del planeta como consecuencia de la intervención del hombre. Cada vez hay más gente, creo yo, que pretende ver la vida a través de un espejo para así sólo encontrarse con su cuerpo serrano de frente; la caída de un nuevo cabello preocupa más que la ejecución de un inocente; la prominente barriga que un terremoto que deja sin hogar a miles de personas, casi siempre las más olvidadas; las incipientes bolsas en los párpados que el atraco a mano armada que suponen las hipotecas y los alquileres; el polvo que acaba de echarse con su pareja que los millones de desplazados que hay en el mundo por culpa de la limpieza étnica y las guerras... En fin, que hacer como los famosos monos del templo de Nikko, en Japón: no ver, no oír y callar, se ha convertido para muchos en una forma de vida placentera.
Soy consciente de que por mucho que me ocupe y preocupe de estas cosas difícil será que pueda cambiarlas, pero también sé que si me mostrara indiferente ante ellas no podría mirarme a la cara. No creo que haya que enarbolar una bandera, quemar un retrato o matar al contrario para defender las ideas que uno tenga, como tampoco creo que se pueda estar dándose besos en la boca con el gobierno chino, o con el indio, por intereses económicos mientras éste siga dándole alas a los sátrapas de Birmania o de Sudán. Me avergüenzan unas Naciones Unidas incapaces de imponerse sobre los desmanes permitiendo, gracias a la imposición del veto, que gobiernos con ínfulas de imperio, con EE.UU. a la cabeza, veten cualquier decisión que no les reporte a posteriori un beneficio. Habrá hostias también para repartirse el Polo Norte. Da igual si se deshiela que si no, lo que interesa es explotar sus recursos y cargarse también todas las especies que viven en él y puedan molestar; tampoco importa las consecuencias que para el planeta tenga su esquilmación ni los efectos sobre el clima. ¡Dios, qué despropósito!
¿Y qué decir de esos desaprensivos agricultores castellano-manchegos que vulneran la ley sin cortarse un pelo explotando a rumanos, marroquíes o latinoamericanos y los tienen viviendo en chabolas durante la vendimia para sacar unos cuartos de más? Y este mi sindicato, CC.OO., donde trabajo, sin decir esta boca es mía.
Y el PP, mientras tanto, jugando al corro de la patata con la bandera española, el escudo y la foto del rey como símbolos de la unidad y defensa de todas las españas, bueno, de Una, Grande y Libre España. Enfrente el Lendakari invitando al Gobierno de Zapatero a lentejas con chorizo incluido, que si quieres las tomas y si no, también. Y el Gobierno, ¡venga a sacarse regalitos cutres e improvisados de la manga!
No niego que cuando me invade la visión catastrófica me cuesta analizar la parte buena de otras muchas cosas que ocurren. Pero es que hoy el mal genio me ha llevado por estos derroteros, además no existiría ese lado de la vida luminoso que yo tanto amo si no hubiese otro oscuro con el que contrastarlo. ¿Es tan difícil desear y luchar desde todos los poderes por un mundo donde el diálogo y el entendimiento prime sobre cualquier otro interés ya sea privado o público? ¿Por qué no la PAZ y la JUSTICIA en su sentido más amplio?
Debe ser muy difícil... ¡Menos mal que todavía se puede contemplar la belleza de las flores!
Buen genio y poesía.

01 octubre 2007

Luces y sombras

Así se mostraba la luna este sábado a las 6:15 de la madrugada, hermosa en su cuarto menguante y sombría a la vez por la amenaza de las nubes, negras en la foto por el contraluz pero blanquísimas y algodonosas en la realidad. El cielo estaba bellísimo en la parte despejada, cuajaito de estrellas, limpio y transparente. Como tantas otras veces y en tantas otras cosas, no siempre todo es lo que parece. Quizá sea por eso que yo siempre tiendo a relativizar las cosas, sobre todo las que vienen, supuestamente, mal dadas. Quizá, también, es por eso que siempre digo que no deberíamos conformarnos con ver sino aprender a observar y a discernir; a quitar la paja, lo superficial, y centrarnos en el núcleo de lo que nos acontece o nos concierne. Yo no es que sepa hacerlo a las mil maravillas, ni mucho menos, porque no es fácil, pero pongo todo mi empeño en ello, sobre todo porque me he equivocado demasiadas veces por precipitarme, por centrarme en las formas de las cosas y no en su color, y también por pecar de listilla.

Para mí la naturaleza, cuando la observo, es fuente de conocimiento, me enseña muchas cosas de la vida porque es ejemplo y otras veces también paradigma de todo cuanto ocurre en el Universo del que, no nos olvidemos, somos parte, parte ínfima aunque nos creamos el centro del mismo. Y no sólo ínfima, quizá también la más vulnerable, la más ignorante y, por tanto, la más idiota por creer que sin nosotros nada existiría o que, por que existimos, existe lo demás... Pero no nos culpemos porque si caemos en esa actitud prepotente y totalmente fuera de la realidad es debido a lo que nos han inculcado los padres de la Iglesia para tenernos cogidos por los ovarios/huevos por los siglos de los siglos... Antes de que aparecieran estos aprovechados y feos señores (¡que mira que son feos y cebones todos ellos!), el hombre se miraba en el espejo de la naturaleza, la amaba y la respetaba, y también la temía. Pero vinieron los visionarios con sus revelaciones (¿a qué me recuerda eso?) y el cuento de las tablas de la ley, para someternos, para intimidarnos, para castrarnos. Y no me meto con Dios, que soy agnóstica, sino con los que dicen los que se autodenominan sus representantes, que soy anticlerical hasta la médula, salvando, claro, a todos aquellos que se dejan la piel por los más desfavorecidos, pero es por su calidad de seres desinteresados y nobles y no por lo que representan. Claro, que quizá al dios que representan se parezca poco al que nos ha enseñado la curia más reaccionaria e insolidaria que se pueda conocer. Por algo será que a sus congéneres defensores de los débiles los tienen estigmatizados, anatemizados, marginados y hasta insultados. No sé si lo saben, pero no nos engañan.

La naturaleza es vida, es nuestra vida, de la que partimos y en la que desaparecemos; desde el mosquito más cabrón al oso panda más entrañable; desde la planta más venenosa hasta la flor más bella; desde el aguacero más intenso hasta el sol más luminoso; desde el desierto más árido hasta la selva más exultante; desde el pensamiento más recóndito hasta la sonrisa más abierta. Por eso observarla y aprender de ella, de cómo se comporta, de cómo evoluciona, de cómo se protege y de cómo se enfurece, de cómo se nos muestra en definitiva, es una manera muy gratificante de alimentarse por dentro, y por fuera. La naturaleza no necesita voceros y sus leyes las llevamos impresas en la mente y en el corazón. Hay que aprender a escucharse aislándose del ruido de fuera, de lo que nos distrae y confunde, de lo que nos venden como panacea ya sea de una forma u otra.

Yendo en el metro, un día volaba una mariposa dentro del vagón atestado de gente. Era de esas pequeñas y amarillentas, casi blancas. No comprendo cómo pudo meterse en ese infierno. La pobre debía estar la mar de asustada en un sitio tan extraño para ella, seguro, con aquella iluminación, aquel olor a humanidad y el vocerío habitual. Hubo un momento que descendió y revoloteó cerca de mis pies y decidí cogerla antes de que muriera por aplastamiento o por ahogo, y allí la mantuve, en el hueco de mis manos juntas, hasta que salí en la Plaza de Castilla. Entonces la solté deseándole suerte. Ahora, cada vez que veo una de ellas la recuerdo, y me pregunto si les habrá contado a sus compañeras que la salvé. Ella ya vive en mí porque vive en mi recuerdo, ¿tendrá ella también memoria? Me gusta hacerme la ilusión de que sí. Podría ser un cuento, pero no lo es. Las mariposas son una de mis debilidades: son bellas, las sientes libres, tienen armonía, se visten de todos los colores, transmiten alegría, se alimentan de las flores, no son agresivas... Tienen todo lo bueno que hay que ser y desear, por dentro sobre todo.

¿Y qué hacía yo a las 6:15 de la madrugada tomando fotografías desde el corral de la casa de Mayoral, en Tembleque, puerta de La Mancha? Pues algo tan simple como "mariposear" haciendo tiempo para ver la carrera de Fórmula1 que se retransmitía desde Japón a las 6:30. Vaya, quién lo iba a decir, tú, niña, dándotelas de espiritual y enganchada a esas máquinas infernales... Pues sí, tengo mis debilidades, soy humana. Hay que disfrutar de todo sin complejos, y hay que dejarse llevar por lo que nos provoca emociones. Y es que a mí la velocidad siempre me ha gustado, aunque cuando cojo los mandos sea muy responsable. Amando la vida no podría ser de otra manera.

Pero es que, además, aunque me cueste mucho y lo haga menos que poco, me encanta ver amanecer y las carreras de coches me servía también de excusa para disfrutar una vez más de la salida del sol. He aquí una muestra de lo que pude captar esa madrugá:

Madrugá y poesía

FOTOLIA