Bitácora de Isabel Huete

SOLIDARIDAD CON HAITÍ

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30 septiembre 2008

Concierto de Diego Fernández Magdaleno


Ayer fue un día grande para mí y se lo tengo que agradecer a este peazo pianista que es Diego Fernández Magdaleno.

"Conocí" a Diego virtualmente al dejarme un comentario en el post que dediqué a Luis F. Comendaror, e inmediatamente entré en su blog para saber "quién era ése" que compartía mi admiración y afecto por tan querido amigo. Y me encontré con un pianista, profesor de piano y escritor. Entré también en yutube y pude escucharle en algunos vídeos de sus conciertos. Me encantó, así que le pedí que me avisara si tocaba en Madrid, y lo hizo: ayer ofrecía en el Círculo de Bellas Artes un concierto en homenaje al compositor Ramón Barce.

No soy ninguna experta en música, ni clásica, ni moderna, ni contemporánea, pero adoro la música, y de todos los instrumentos musicales existentes si hay alguno que me enardece ése es el piano. Sus notas me calan hasta lo más profundo y mi mente, al escucharlo, se convierte en el eco que se esparce, hecho ya melodía, a través del flujo sanguíneo hacia todas mis terminaciones nerviosas.

La música sinfónica contemporánea reconozco que es casi una desconocida para mí y la poca que he escuchado, a través de RN2, no me ha atraído precisamente, no sé si porque el violín era el instrumento más destacado y a mí me sonaba más a maullido de gato que a otra cosa. No me resulta fácil comprenderla, quizá por tener el oído acostumbrado a la clásica. Pero en esta ocasión no había más instrumento que el piano y las maravillosas manos de Diego deslizándose por el teclado, unas veces con extrema delicadeza y otras con total rotundidad. Y disfruté como una enana, para qué negarlo. Disfruté doblemente: por la música que supo envolverme y por poder contemplar desde mi silla el movimiento certero de sus manos para extraer las notas, su forma de trabajarlas, su entrega a la composición y sus ganas de compartirla con los presentes. Gloria pura.

Además del regalo para el oído que esto supone, es muy bello observar con detenimiento la forma y el contenido de un piano de cola: sus formas sinuosas, el brillo azabache de su caja contrastando rabiosamente con el color marfileño del teclado, la tapa abierta, como grandes fauces de ballena, convertida en espejo de las cuerdas, tensas y milimetricamente colocadas para emitir las más dulces y apasionadas notas. Y con todo lo bello que puede ser observar un piano, para mí lo más inquietante es ver reflejarse las manos del pianista en el frontal mientras toca. Ves los dedos moverse desde una perspectiva imposible de captar de otra manera. Tocar el piano me parece algo así como un rito sagrado y único. 

No me llevé la cámara de fotos porque no sabía si podría utilizarla ya que el flash supongo que puede entorpecer la concentración del pianista, pero me hubiese gustado realizar algunas fotografías de las manos de Diego tocando y haberlas compartido en este post. 

Interpretó obras de Tomás Marco, Francesc Taverna-Bech, Josep Soler, Albert Sardá, Carlos Cruz Castro y Carles Guinovar, todos ellos nacidos en las décadas 30 y 40 del siglo pasado. Yo no sé, salvo quizá de oídas alguno de ellos, quiénes son, pero sí sé que oyendo sus composiciones a través de las manos de Diego me parecieron músicos estupendos. Eso que he ganado en conocimiento desde el día de ayer. La segunda parte iba dedicada en exclusiva a la composición de Ramón Barce (1928), al que supongo persona y músico de reconocido prestigio al leer la reseña que de él se hacía en el programa, pues ha promovido y pertenecido a grupos musicales sinfónicos importantes y, también, recibido diversos premios como, por ejemplo, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 1997. Aparte de haber publicado numerosas traducciones musicales y compuesto más de 120 obras. Desde luego puedo afirmar que lo que ayer escuché de su obra me pareció magnífico. Cuando descubro estas cosas más cuenta me doy de lo ignorante que soy.

Al finalizar, aplaudimos mucho a Diego todos los asistentes y no le quedó más remedio que hacer un bis, y tocó una sonata (creo, porque no pude entenderle bien cuando lo anunció) de J.S.Bach; fuere lo que fuere, resultó el colofón perfecto: bellísima composición y magistral interpretación. 

Me emocionó y quise agradecérselo con un abrazo, que por supuesto le di, y también decirle el placer que ha supuesto para mí haberlo conocido en persona y poder verle y escucharle tocar el piano. Un lujo, sin ninguna exageración, que espero se repita.

Así lo viví y así lo cuento.

Gracias Diego, a miles.

Para quien quiera saber más sobre Diego puede entrar en la web que aparece al pie de la fotografía y en su blog


Piano y poesía.

27 septiembre 2008

En Diógenes Internacional hemos editado un nuevo libro


"Hay algo en la espera peor que la ausencia de acontecimientos: aquellos momentos sombríos en que el ánimo nos abandona"

He elegido esta frase del libro de María Antonia porque me parece que tiene un significado fantástico: refleja de alguna manera la inquietud y el miedo a que la espera de la llegada de algo o alguien resulte infructuosa. 

Y es que la incertidumbre puede matar la ilusión, y hasta el deseo o, por el contrario, avivarlos.

Para atisbar el contenido de este libro, primera novela de la autora, se plantean las preguntas que figuran en la contraportada:

"¿Puede el tráfico de animales protegidos desencadenar grandes pasiones?
¿Tienen los loros pasaporte?
¿Tienen las buenas maneras capacidad de erotismo? ¿Es necesario envilecerse para resultar atractivo?
¿todos los ideales se pudren? ¿Crían moho? ¿Solo lo que se han podido desechar, o renovar o vender, son los que han servido para algo?

A través de una trama inquietante esta novela plantea esas preguntas y algunas más. Corresponde al lector darles respuesta."

María A. Madroñero es escritora y profesora. Nació y creció en Barcelona. Mientras estudiaba Sociología ingresó como azafata de vuelo. Cuando se despide de volar como profesional, aterriza en Madrid, donde prosigue sus estudios, especializándose en Historia del Arte. Vinculada al mundo de la edición independiente ha publicado ensayo crítico, Sobre la libertad y Mujer y moral. Su primera novela es ésta y tiene en fase avanzada un libro de relatos y otra novela.

Como dice la reseña que de la autora hace Joaquín Jordá:

"Viajera recalcitrante, lectora sagaz e infatigable, conversadora brillante, cáustica y generosa, y, sobre todo, cerebro imprevisible, María Antonia Madroñero reunía todas las condiciones para escribir una novela apasionante. Y lo único que se me ocurre preguntarle, y preguntarme, es por qué no lo ha hecho antes de ahora".

En Diógenes Internacional Ediciones estamos, pues, de estreno junto a la autora e invitamos a ello a todo el que quiera a compartir con nosotros el alumbramiento público de este curioso e interesante libro.

Novela y poesía.

24 septiembre 2008

Noche indómita

Fotografía de Isabel Huete

"Se apoyaba sobre la barandilla protectora que separa la calzada de la acera esperando a alguien que nunca iba a llegar. Una mujer le hablaba a gritos desde el otro lado de la calle pero ella se limitó a mirarla sin responder. Al girar la cabeza vio acercarse un coche a toda velocidad conducido por un tipo al que conocía bien, lo podía distinguir perfectamente a través del cristal. Los dientes superiores le asomaban tras una sonrisa bobalicona y los ojos le brillaban exageradamente. Parecía que se iba a detener justo delante de ella cuando las ruedas chirriaron al rozar con el borde de la acera y el vehículo saltó por encima arrancando la barandilla y arrollándola. Sintió las ruedas aplastar su cuerpo recorriéndolo de derecha a izquierda, haciéndole rodar sobre sí misma varios metros hasta que por fin se detuvo y quedó tendida como un guiñapo. El coche también frenó en seco, dejando sus huellas en el asfalto.

¿Me habrá arrancado las piernas? Tengo que mover los pies, tengo que mover los pies...

Los movió sin dificultad.

¡Menos mal, no me ha dejado inválida! Qué raro, estoy entera; no parece que me haya producido ninguna herida de importancia; no hay sangre, no hay dolor y puedo pensar con total lucidez...

Empezó a incorporarse lentamente, con precaución, mientras se palpaba todo el cuerpo sin comprender lo que había pasado, sorprendida de haber sobrevivido a semejante atropello. Un joven se acercó para ayudarla pero ella le rechazó con un simple gesto. No estaba para asistencias, sólo quería comprender por qué había salido ilesa, por qué la muerte no había aprovechado su turno.

El conductor se le acercó sin mostrar ninguna prisa, manteniendo la sonrisa que le había visto hacía apenas unos minutos cuando se acercaba con el coche, antes de embestirla.

¡Eres un cabrón!

No quiso escuchar ninguna respuesta, y dándole la espalda se encaminó hacia la barandilla donde había estado apoyada antes, pero esta vez ya no esperaba a nadie, tan sólo se preguntaba por qué no aparecía una ambulancia para llevarla al hospital si estaba llena de heridas."

Hoy me he despertado con este regalito de mi yo subconsciente. Supongo que pretendía transmitirme algún mensaje a través de él pero reconozco que mis despertares son espesos y mi mente en esos momentos no está para descifrar ningún código, secreto o no. Comprendo que sus sueños, aprovechando mi indefensión nocturna, tienen mucha más enjundia que los que yo me monto una vez que ya estoy despierta; mis protagonistas y mis decorados los elijo a placer y las historias transcurren por derroteros muy estudiados, aunque a veces, para no sentirme una cursi redomada, les pongo un filtro de cristal grisáceo, pero sin excederme, oiga. Es una forma de atemperar mis impulsos más primarios, que ya se encargará mi colega de manipularlos después, durante mis noches indómitas.

Sueños y poesía.

23 septiembre 2008

Desperdicios... ¿o despojos?

Material de desecho de Renfe. Estación de Robregordo (Madrid). Fotografía de Isabel Huete

Como ese tornillo oxidado que atraviesa la pequeña abrazadera de hierro, también invadida por la destrucción, siento la impotencia apretando con sus punzantes aristas el globo carnoso de mi estómago. De vez en cuando regurgita como un volcán y estalla en mi cerebro. Luego arrastra su lava sucia por mis venas para acabar solidificada en mi corazón. Ahí se queda agazapada esperando un nuevo estallido para ir engordando, creciendo, e inmovilizar mi latido.
La impotencia es un desperdicio, y a veces un despojo, pero hoy no encuentro la manera de tirarla a la basura.

Impotencia y poesía.

19 septiembre 2008

Lo que somos.4

Montaje realizado con conchas en la playa de Punta Umbría (Huelva). Isabel Huete

Somos todo aquello que despreciamos de las cosas pequeñas

Flor de playa y poesía.

18 septiembre 2008

Elogio de mi madre

Fotografía extraída de Internet


Como siempre, mientras esperaba el autobús en el Pº del Prado (esta vez el 37, que tarda tanto como el 3 que cojo habitualmente), me he puesto a observar mi entorno y a comparar las cosas con otros aspecto de la vida. Esta vez han sido los enormes árboles que serpentean el bulevar central del Paseo, a los que se llaman vulgarmente "plátanos" aunque no tengan nada que ver con las plataneras ni con sus frutos. Los comparé con la personalidad de mi madre: inmensos y erguidos, bellos, cuajados todavía de verdes hojas estrelladas, finos de talle y generosos de sombra. Mi madre es así, la siento ahora así.

No siempre fue igual: no siempre sentí admiración por ella ni la quise con la intensidad que lo hago ahora. Eran otros tiempos, mucho más oscuros para todos y mucho más contenidos. La oscuridad te invita a tropezar con cada obstáculo, no te da la menor cancha y se ríe de tu torpeza y de tu miedo. Todos éramos más torpes y miedosos porque sabíamos mucho menos que ahora, desconocíamos no sólo dónde se ubicaba el interruptor de la luz sino que temíamos también que, de encontrarlo, éste no llegara a encenderla. Tan perdidos estábamos.

Mi educación familiar se sustentaba en tres patas: disciplina, acatamiento y buenas maneras. Y sobre estas tres patas debíamos hacer equilibrios imposibles para no caer ya que las consecuencias habitualmente eran bastante dolorosas, pero no voy a entrar en detalles porque las heridas están más que cicatrizadas y han dejado de doler, aunque todavía no hayan descubierto el remedio para hacerlas desaparecer, al menos en mi caso. Mis padres no pudieron, o no supieron, calzar la cuarta pata: la del amor. Y nosotros, sus hijos, tampoco pudimos, o tampoco supimos, devolverles algo que desconocíamos, o que en tonces no tuvimos conciencia de recibir. Quizá los árboles no nos permitieron ver el bosque y pesó tanto el dolor y la incomprensión que nos hizo inmunes a cualquier otro sentimiento. Si hubo amor, nuestra piel no lo reconoció.

El resentimiento y los reproches crecieron a la misma velocidad que nuestros cuerpos, pero a mí me llegó un momento en el que el peso de tanta miseria me impedía seguir creciendo, no tanto por fuera como por dentro, y tomé la decisión de intentar comprender, de abrirle las puertas al perdón, a ése que había tenido encerrado bajo siete llaves por miedo a que me debilitara, como una metáfora de los efectos que ejerce la criptonita sobre Supermán. Al fin y al cabo, mi vida se había desarrollado como una historieta de cómic.

Con mi padre surgió de forma casi imperceptible cuando cayó enfermo y en la demencia, quizá instigada por la petición que a su vez nos hizo de ser perdonado. Algo le debía martillear por dentro cuando lo hizo en uno de los pocos momentos de lucidez que tuvo. No podía negarme, y no me negué. No conseguí llorar con su muerte porque no sentí el dolor de la pérdida, pero sí encontré la paz que buscaba, la que había firmado al final de sus días con él. La muerte a veces tiene consecuencias insólitas.

Con mi madre el proceso fue más largo, incluso más difícil. El abandono y la falta de diálogo a la que la sometí durante la enfermedad de mi padre y en los dos años posteriores que conviví con ella me hicieron sentir el ser más despreciable de la tierra. Era un desprecio que se mordía la cola con la necesidad de huir de cualquier roce con ella. Huía porque me despreciaba y me despreciaba porque huía. La ausencia de cualquier queja por su parte empeoraba todavía más mi sentimiento de culpabilidad. Y decidió irse a vivir a casa de otra hija, supongo que con la esperanza de ser mejor tratada. Me pareció la mejor decisión para liberarse y liberarme de la angustia que ambas padecíamos en esa convivencia que parecía distanciarnos cada día más. Con su ausencia y ante mi propia soledad empecé a pensar, a comprender y a recordar todo lo que no había pensado, comprendido y recordado nunca.

Pensé en los muchos aspectos de su vida de los que nunca había alardeado o, en su caso, quejado. En la entereza que siempre había demostrado. En la paciencia que había tenido con su marido. En la violencia verbal y psicológica a la que había estado sometida durante su matrimonio. En la soledad en la que había vivido sin saber a quién acudir. En las veces que había hecho de pantalla entre la violencia de mi padre y el miedo de sus hijos. En la pérdida obligada de su personalidad alegre e innata. En su orfandad total a los 15 años como consecuencia de la guerra. En su lucha por la supervivencia. En su fortaleza.

Comprendí entonces las razones por las que no había sabido ser más tolerante, más comprensiva o más cariñosa: salvo en su infancia y preadolescencia, no había encontrado demasiados motivos para ser feliz, al menos ese tipo de felicidad que todos imaginamos cuando somos jóvenes que llegaremos a alcanzar en algún momento. Ahora la realidad la palpamos casi desde el mismo momento que alcanzamos el uso de razón, pero en aquellos años la sociedad estaba instalada en el limbo, las costumbres eran castrantes y las mujeres meros instrumentos para la procreación. Mi madre, como tantas otras madres de la época, fue un producto de su tiempo, incapaz de desincrustar de su cuerpo y de su mente tanta roña. Su marido, mi padre, no fue precisamente el revulsivo que ella hubiese necesitado para cambiar su mentalidad sino todo lo contrario. Él estaba cabreado con el mundo y consigo mismo y ella, con la "inestimable" ayuda de su fe, creyó que su destino era meterse en el ojo del huracán y compartir con resignación la devastación. A pesar de todo, sobrevivió bajo las ruinas y cuando recobró su libertad de pensamiento y de obra, tuvo el valor de luchar denodadamente por recomponer su casa y cobijarnos de nuevo a todos. Y nos ha dado todo el amor que antes no supo dejar aflorar pero que ahora estoy convencida de que nunca le faltó.

Con los años, muchos tuvieron que pasar, he conseguido recordar momentos en los que, enmedio del espanto, ese amor se manifestó: los cuentos que me contaba (maravillosamente) por las tardes mientras me acariciaba la cabeza, que yo reposaba en su regazo; sus abrazos cuando, convaleciente yo de una enfermedad infantil, dormía con ella en la misma cama en ausencia de mi padre; las carreras y las risas por el pasillo de casa huyendo de sus manos en ademán de hacerme cosquillas; los vestidos que primorosamente me confeccionaba aunque siempre me quejaba de ser un poco ñoños; sus caricias, tsiempre en la cabeza, cuando me echaba en la cama llorando después de tener una bronca con mi padre; los tebeos y libros que me compraba cuando con doce años sufrí una hepatitis y me obligaron a permanecer en cama durante meses; las propinas a escondidas; algunos secretos que supo guardarme, aun sin estar de acuerdo, para que no me castigara mi padre... Los años, que supuestamente promueven el olvido, a mí me han ayudado a recordar y, quizá también, a ser justa con ella.

Los últimos quince años nos han hecho cómplices, amigas, compañeras de paseos, de risas e, incluso, de alguna que otra copita de más. He descubierto a una mujer interesante, cautivadora, vital, sensible, divertida, generosa, necesitada de mucho cariño y capaz de darlo sin pedir nada a cambio. Ha sabido hacerse flexible, aunque sin perder la tozudez de todo buen maño y, aún hoy, me dedica las mejores caricias de cabeza porque sabe que con ellas me relajo y llego a perder hasta la consciencia. Y yo me dejo hacer porque sentir su piel pegada a la mía me devuelve a la niñez, a esa que siempre quise tener, y consigue reconciliarme con la vida.

Mi madre se ha reinventado y me ha ayudado a reinventarme, o quizá podría decir, mejor, que ha conseguido que seamos el verdadero invento que somos. Ahora, cuando la abrazo, se hace miniatura y siento la necesidad de protegerla, de llevarla en la palma de mi mano y pasearla por todos los mundos posibles. Pensar en su pérdida, inevitablemente cercana, me aterra, y sé que debo ir preparándome para pasar ese luto.

Yo no sé si es la madre más buena del mundo, pero me gustaría que todas las madres del mundo fuesen tan buenas como ella.

Mi madre es poesía.


17 septiembre 2008

Lo que somos.3

RECORDATORIO:

Esta noche, entre 21:50 y 22:00 horas, ¡¡¡APAGÓN MUNDIAL!!!

http://isabelhuete.blogspot.com/2008/09/oscuridad-mundial.html


Figura creada en la playa de Mojácar (Amería). Isabel Huete.

Somos los siervos agradecidos del capital

Estupidez no es poesía.

15 septiembre 2008

Lo que somos. 2

Montaje creado en la playa de Mojácar (Almería). Isabel Huete.

Somos estructuras inacabadas por agotamiento
de la materia prima

Agotamiento y poesía

13 septiembre 2008

Lo que somos

Montaje creado en la playa de Mojácar (Almería). Isabel Huete


Somos huesos enjaezados

Ser y poesía.

12 septiembre 2008

Y Madrid se hizo trueno

Mi coche bajo un granizo despiadado, enfrente de casa.

Los truenos se llevaban oyendo hacía rato y la lluvia estaba anunciada, pero de pronto un repiqueteo extraño empezó a sonar y cuando me quise dar cuenta las bolas de granizo se colaban en casa por el balcón abierto. El ruido se hizo cada vez más intenso, hasta volverse casi ensordecedor. Para mí fue un espectáculo grandioso porque no he vivido un granizo así en mi vida. No puedo decir, como contó otra gente en los medios televisivos, que las bolas de hielo fueran como puños, ni tampoco como pelotas de golf (que Dios les conserve la vista a todos), pero sí que muchas de ellas llegaban a alcanzar los 3 cm. Fígaro huyó despavorido a refugiarse en el cuarto de baño y yo me entretuve en disfrutar del genio de la naturaleza tras los cristales, por cuya integridad temí ante el acoso y la furia del granizo, que duró más de un cuarto de hora. También me preocupé por el coche, sobre cuyo parabrisas rebotaban las bolas para acabar deslizándose por él, amontonándose en su parte inferior. Saqué esta foto sin demasiada esperanza de que se pudiera ver bien lo que estaba pasando, pero me llevé una sorpresa al verla en la pantalla.

Es lo bueno que tiene el otoño (a veces también la primavera), que podemos ser testigos privilegiados de la belleza de la naturaleza y también de su enfado. Velemos por ella.

Furia y poesía.

11 septiembre 2008

JORNADA MUNDIAL POR EL TRABAJO DECENTE



UNA MOVILIZACIÓN GLOBAL EN DEFENSA DE UN EMPLEO DIGNO


El auge económico mundial no ha tenido necesariamente como efecto una mejora en el nivel de vida de la mayoría de la población en el mundo.

Además de un desempleo declarado significativo, muchos están subempleados o no cobran lo que les correspondería por el trabajo realizado. La mitad de la fuerza laboral mundial gana menos de US$2 al día. 12,3 millones de hombres y mujeres trabajan en condiciones de esclavitud. 200 millones de niños menores de 15 años trabajan en lugar de asistir a la escuela. 2,2 millones de personas mueren a causa de accidentes y enfermedades laborales cada año. La gente en países desarrollados y en desarrollo trabaja más por menos dinero, y cada vez son más las personas – mayoritariamente mujeres – que se ven obligadas a ganarse la vida en la denominada economía informal, sin protección social alguna ni derechos y con empleos precarios. Entre tanto, las empresas utilizan la amenaza de la subcontratación para reducir los salarios y eliminar ciertos derechos que costó mucho ganarse, como el derecho a la negociación colectiva y a la huelga. Los sindicalistas que combaten esta tendencia son despedidos, amenazados, encarcelados o incluso asesinados.

Sólo un sistema internacional basado en la solidaridad y el respeto de los derechos de la persona, consagrados en los convenios de Naciones Unidas y de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) puede poner fin a estas tendencias. Exhortamos a nuestros gobiernos a que firmen estos convenios, los apliquen de forma urgente y sitúen el trabajo decente como un elemento central de sus políticas.

En julio de 2006, los gobiernos miembros del Consejo Económico y Social de la ONU adoptaron una Declaración Ministerial cuyo primer artículo indica que: “Estamos convencidos de la urgente necesidad de crear un entorno a escala nacional e internacional que propicie el logro del empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos como base del desarrollo sostenible”. Este llamamiento debe ir acompañado por la ratificación e implementación de las normas de la OIT, al tiempo que las agencias internacionales utilizan la nueva Guía Práctica de la ONU para la incorporación sistemática del empleo y el trabajo decente, como primer paso para fomentar una mayor coherencia política y convergencia para cumplir la promesa de Trabajo Decente para Todos.


Hay que empezar a cumplir estas promesas de inmediato.










Solidaridad, compromiso y poesía.

10 septiembre 2008

Morfeo a veces se pasa

Fígaro, mi gato.

Hoy he soñado que perdía a mi gato, que desaparecía, que no lo volvería a ver. Y el sueño ha devenido en angustia, y la angustia en llanto.

Me he despertado sobresaltada y lo he buscado. Estaba debajo de mi cama durmiendo feliz. Lo he arrastrado hacia mí y le he llenado de besos.

Me ha mirado alucinado, sin entender nada, con sus ojos color miel.

Después me he vuelto a dormir, tranquila por haberlo encontrado.

Fígaro es poesía.

09 septiembre 2008

OSCURIDAD MUNDIAL

Me ha enviado mi querido amigo Javier Seco un e-mail que voy a transcribir aquí. Ya sé que esto es el chocolate del loro, que seremos cuatro gatos grises los que nos sumiremos en la oscuridad, que iniciativas como ésta hay miles y ni dios hace caso porque nadie cree en ellas, pero yo apagaré mis luces (las de dentro también -si me queda alguna-, por si contaminan) y no me asomaré al balcón para comprobar el éxito de la iniciativa no vaya a ser que me dé un siroco nocturno, que son los peores. Prefiero quedarme también en la otra oscuridad, la del conocimiento. Ya puestos, que el apagón sea total.
Quizá sea un buen momento para escuchar el Requiem de Mozart...


> APAGÓN MUNDIAL EL 17 DE SEPTIEMBRE DE 2008
>
>
SERÁ DE 21:50 A 22:00, HORA LOCAL DE CADA PAÍS 
> On Wendesday, September 17, 2008, I invite people around the world to
> turn off their lights for ten minutes – from 9:50pm to 10:00pm in their
> local time zone.
>
>
Castellano:

> Oscuridad mundial: En Septiembre 17, 2008 desde las 21:50 a las 22:00 horas.
> Se propone apagar todas las luces y si es posible todos los aparatos eléctricos, para que           > nuestro planeta pueda “respirar”.
> Si la respuesta es masiva, la energía que se ahorra puede ser brutal.
> Sólo 10 minutos y vea que pasa.
> Si estamos 10 minutos en la oscuridad, prendamos una vela y simplemente la miramos y
> nosotros estaremos respirando y nuestro planeta.
> Recuerde que la unión hace la fuerza y que Internet puede tener mucho poder y puede ser aún > algo más grande.
>
> Pase la noticia, si usted tiene amigos que viven en otros países envíeselo a ellos también. 

______________________

> Ingles:
> Darkness world: On September 17, 2008 from 21:50 to 22:00 hours.
> Proposes to delete all lights and if possible all electrical appliances,
> to our planet can 'breathe'.
> if the answer is massive, energy saving can be brutal.
> Only 10 minutes, and see what happens.
> Yes, we are 10 minutes in the dark, we light a candle and simply
> Be looking at it, we breathe and our planet.
> Remember that the union is strength and the Internet can be very power
> and can
> Even do something big.
>
> Moves the news, if you have friends to live in other countries send to
> them.
>
> Chino:
> 黑暗的世界:對2008年9月17日從21時50分至22:00 。
> 這是建議關掉所有電燈及可能的話,所有電器,使我們的星球可以“呼吸” 。
> 如果答案是大規模,節能,可殘酷的。
> 只有10分鐘,並看看會發生什麼情況。
> 如果我們10分鐘,在黑暗中,成衣蠟燭和簡單的外觀和我們將呼吸和我們的星球。
> 記得當時的聯盟是實力和在互聯網上可以有很大的權力和,甚至可以更大一些。
> 通過新聞.
>
> Portugués:
> Escuridão mundial: No dia 17 de Setembro de 2008 das 21:50 às 22:00 horas
> propõe-se apagar todas as luzes e se possível todos os aparelhos
> eléctricos, para o nosso planeta poder 'respirar'.
> Se a resposta for massiva, a poupança energética pode ser brutal.
> Só 10 minutos, para ver o que acontece.
> Sim, estaremos 10 minutos às escuras, podemos acender uma vela e
> simplesmente
> ficar a olhar para ela, estaremos a respirar nós e o planeta.
> Lembrem-se que a união faz a força e a Internet pode ter muito poder e
> podemos
> mesmo fazer algo em grande.
>
> Passa a notícia, se tiveres amigos a viver noutros países envia-lhes.
>
>
> Árabe:
> ظلام العالم : على 17 سبتمبر 2008 من الساعة 21:50 الى 22:00
> ويقترح حذف جميع الانوار واذا امكن جميع الاجهزه الكهرباءيه ، ويمكن لكوكبنا
> 'تنفس'.
>
> اذا كان الجواب هاءله ، ويمكن الاقتصاد في استهلاك الطاقة وحشية.
> خلال 10 دقائق فقط ، ونرى ما سيحصل.
> نعم ، نحن على 10 دقائق في الظلام ، ونحن على ضوء شمعة وببساطة
> ان النظر اليها ، ونحن نتنفس وكوكبنا.
> نتذكر ان الاتحاد هو القوام وشبكة الانترنت يمكن ان تكون بالغة القوة ويمكن
> حتى تفعل شيئا كبيرا.
> التحركات الاخبار .
>
> Francés:
> Darkness monde: Le 17 Septembre 2008 de 21:50 à 22:00 heures
> Propose de supprimer toutes les lumières et, si possible, tous les
> appareils électriques, à notre planète peut 'respirer'.
> Si la réponse est massive, les économies d'énergie peuvent être brutales.
>
> Seulement 10 minutes, et de voir ce qui se passe.
> Oui, nous sommes 10 minutes dans le noir, on allume une bougie et
> simplement
> Être regarder, que nous respirons et de notre planète.
> N'oubliez pas que l'union fait la force et l'Internet peuvent être très
> électricité et peut
>
> Même faire quelque chose de grand.
> Déplace l'actualité.
>
>
> Griego:
> Σκοταδι κοσµο: Στις 17 Σεπ του 2008 απο 21:50 εως 22:00 ωρες
> Προτεινει να διαγραψει ολα τα φωτα και αν ειναι δυνατον, ολες τις
> ηλεκτρικες συσκευες, να πλανητη µας µπορει να «αναπνεει».
> Εαν η απαντηση ειναι µαζικη, η εξοικονοµηση ενεργειας µπορει να ειναι
> κτηνωδης.
> Μονο 10 λεπτα, και να δουµε τι συµßαινει.
> Ναι, ειµαστε 10 λεπτα στο σκοταδι, θα αναψει ενα κερι και απλα
> Να εξεταζουµε, που αναπνεουµε και τον πλανητη µας.
> Θυµηθειτε οτι η ενωση ειναι η δυναµη και το Internet µπορει να ειναι πολυ
> δυναµη και µπορουν να
> Ακοµη κανουµε κατι µεγαλο.
>
> Μετακινησεις την ειδηση, αν εχετε φιλους να ζουν σε αλλες χωρες να
> στειλουν τους και τους.
>
>
> Alemán:
> Darkness Welt: Am 17 September 2008 von 21:50 bis 22:00 Uhr
> Schlägt vor, alle Lichter zu löschen und, wenn möglich, alle elektrischen
> Geräte, die unseren Planeten kann 'atmen'.
> Wenn die Antwort ist derb, Energieeinsparung kann brutal.
> Nur 10 Minuten, und sehen Sie, was passiert.
> Ja, wir sind 10 Minuten im Dunkeln, wir Licht einer Kerze und einfach
> Sei es bei der Suche, die wir atmen, und unseres Planeten.
> Denken Sie daran, dass die Gewerkschaft ist Stärke und das Internet kann
> sehr Macht und können
> Selbst etwas tun groß.
>
> Verschiebt den Nachrichten.
>
>
> Ruso:
> Ночь на Земле: 17 сентября 2008 года с 21:50 до 22:00 часов отключите все
> огни, и, по возможности, все электроприборы, чтобы наша планета могла
> спокойно 'подышать' хоть 10 минут.
> В случае массового участия, этот проект приведет к огромному сбередению
> энергии по всему земному шару. Всего только 10 минут, и вы увидите как
> важен будет результат.
> За эти 10 минут можно просто посидеть в темноте, зажечь свечу и посидеть
> при ее свете. А за это время наша планета успеет спокойно отдышаться.
> Помните, что совместное действие - это мощь, а Интернет - это великая
> сила, вместе мы можем добиться очень многого.
>
> Сообщи о нас другим!!!
>
>
> Holandés:
> Darkness wereld: Op 17 September 2008 van 21:50 tot 22:00 uur
> Stelt voor om alle lichten en zo mogelijk alle elektrische apparaten, om
> onze planeet kan 'ademen'.
> Indien het antwoord is enorm, de energiebesparing kan worden wreder.
> Slechts 10 minuten, en zie wat er gebeurt.
> Ja, we zijn 10 minuten in het donker, we licht van een kaars en gewoon
> Wordt kijken, we inademen en onze planeet.
> Vergeet niet dat de unie is kracht en het internet kan zeer macht en kan
> Zelfs iets te groot.
>  
> Vertrokken het nieuws.

Oscuridad y poesía.

08 septiembre 2008

Los obispos están tristes, ¿qué tendrán los obispos?

Imagen de la cubierta de un disco de Ángel Petisme

Desde que lo sé, mi sueño ya no es lo que era. Me revuelvo bajo la sábana (hace fresquito, ¿eh?) sin poder conciliarlo, preguntándome una y otra vez lo que habremos hecho mal, cuál será ese nuestro pecado que tiene a la curia tan entristecida. Ellos, que siempre velaron por nosotros, por la pureza de nuestra alma mostrándonos el camino recto hacia la salvación; que lloraron con nosotros para darnos fortaleza cuando recurrimos al arrepentimiento; que desplegaron su misericordia para perdonar nuestra debilidad ante las tentaciones del maligno; que supieron guardar nuestros secretos más inconfesables; que nos hicieron ver que el perdón de Dios nos libraba de la culpa; que nos inculcaron con tesón que el infierno era sólo para los malos malísimos, esos que no se arrepienten nunca, que caen en la soberbia, que pierden la fe en la gracia divina. Nuestros queridos obispos, los cabecillas de la Cruzada contra el Mal, sufren porque no nos sometemos a la moral que predican, la cristiana, la que les ha sentado, con la ayuda de parte importante de la ciudadanía y de sus representantes políticos, en el trono de la VERDAD ABSOLUTA. Oiga, y además cobrando, que el buen trabajo es de justicia que se remunere. Y yo les comprendo, porque realmente se lo curran de lujo. Por eso me preocupa su tristeza, no vaya a ser que les arrastre a la depresión y pierdan las ganas de dirigir nuestra vida, nuestra moral individual y nuestra ética colectiva.

No quisiera caer en el maniqueísmo, pero no sé si lo conseguiré. Las imposiciones me enturbian las ideas y el lenguaje. Me asumo.

Yo condeno el aborto, 
tú no debes abortar, 
ella no puede abortar, 
nosotros nunca aceptaremos el aborto, 
vosotras, si abortáis, seréis castigadas, 
ellas abortan contra toda ley natural y divina. 

Este complicado verbo forma parte del lenguaje eclesiástico y, supuestamente, ha de ser conjugado por todos los seres humanos, creyentes o no, laicos o no, libres o no. El respeto a las ideas y creencias, sin embargo, no entra dentro de ese extraño lenguaje que a muchos nos cuesta entender y menos aún  aprender. Se quiere equiparar la moral cristiana, la moral de un grupo religioso, respetable por otra parte, a la individual y a todo el cuerpo social. Los señores de la curia presionan para que las leyes que a todos nos afectan recojan sus fundamentos y sean de obligado cumplimiento, sin exclusión. La ley, que por su propia  esencia, y por justicia, debiera ser laica para que ningún ciudadano deje de sentirse amparado por ella, pasaría así a convertirse en el instrumento del fundamentalismo cristiano más caduco. Una sharia a lo cristiano, sin cortar manos ni apedreamientos públicos, pero esencialmente doctrinaria y punitiva. 

No importan los avances tecnológicos ni los saberes demostrables y demostrados de la ciencia si éstos contrarían la doctrina secular impuesta desde el aprovechamiento de la ignorancia. Pero ya sabemos mucho y cuesta asumir la pérdida de poder de quienes siempre vivieron de él, no importa de qué forma ni a costa de qué. Los cuentos bárbaros ya no se los cree nadie y el sometimiento ha dejado de ser la moneda que se paga a cambio de la salvación.

Nadie pretende, ni ha pretendido nunca, que quienes consideran el aborto un atentado contra la moral que defienden, lo practiquen, pero por favor, que en correspondencia respeten a quien piense de otra manera. Que dejen en paz a los legisladores, a la sociedad y a los individuos. Que dejen en paz a las mujeres que abortan, bien sea por necesidad, por miedo o por ignorancia. La razón es sólo suya y estoy convencida de que ninguna siente placer alguno al tener que someterse a esta práctica. El Estado, por respeto hacia sus ciudadanos, debe romper de una vez ese cordón umbilical que los obispos se afanan en mantener íntegro mediante la presión, callejera o no, y el chantaje. Ese cordón ya se ha distendido mucho, se ha alargado cual sombra chinesca sobre nuestras cabezas demasiado tiempo, y ha llegado el momento de liberarse de él porque si no acabará enrollándose en nuestro cuello hasta asfixiarnos. 

Y lo mismo digo respecto al derecho a una muerte digna o a la eutanasia, que también tienen su verbo y todos lo podemos conjugar. ¿Podemos consentir que los curas formen parte de las comisiones médicas de evaluación de los enfermos terminales? ¿Qué derecho tiene el clero de negarse a proporcionar al juez la relación de asesinados en la guerra que está en sus archivos? Vivimos en un perpetuo disparate.

Le ruego, Sr. Obispo, que deje de entristecerse por mí porque pierde el tiempo y, además, me permitirá conciliar el sueño de nuevo.

Que nadie se sienta ofendido porque respeto todas las creencias e ideas, sólo pido que no me las impongan y que me dejen expresar las mías.

Laicismo y poesía.

05 septiembre 2008

Un día otoñal

Luxemburgo. Fotografía de Isabel Huete.

Hoy me he levantado llena de vitalidad. Sé que cuando diga la razón habrá quien piense que estoy majara total, pero he de decir que el que los colores del arco iris sean tantos no es una cuestión baladí. Y es que a mí el fresquito me pone. Hoy Madrid ha amanecido encapotada y ventosa, como un preludio del frío que se avecina. Ha faltado que todo hubiese aparecido regado con agua de lluvia, pero bueno, tampoco se puede tener todo de golpe.

Y es que a mí me gusta el frío porque es el único que logra atemperar el calor que me abrasa por dentro. Me encanta sentir la calidez del cuerpo bajo la lana mientras el viento frío me acuchilla las mejillas. Chapoteo en los arroyos de lluvia y me río del agua por su empeño en traspasar la piel de mis botas. Me pongo la boina, los guantes y la bufanda porque en aquel cuento que leí de niña y tanto me gustó, la protagonista se los ponía para ir a patinar al lago helado. Si truenan las nubes, me asomo al balcón para devolverles el saludo, y bato palmas de felicidad cuando me lo agradecen enviando luminosos rayos que danzan inquietos sobre los tejados de las casas. Cierro las ventanas para poder observar las gotas de lluvia deslizarse por los cristales en un llanto emocionado. Recojo las hojas que los árboles siembran en los parques para fotografiar sus decadentes rizos.

El frío me sabe suya, y yo me dejo querer.

Otoño y poesía.

04 septiembre 2008

La dignidad no es un capricho



Me he permitido copiar el título y esta imagen de Eneko del blog de Diego Fernández Magdaleno, porque me ha parecido que expresan tanto que no es necesario escribir nada más. Me sumo con ello al post de hoy de Pedro Ojeda cuyas palabras, como siempre, son un acierto.


http://laspalabrasdelagua.blogspot.com

Memoria, dignidad y poesía.

03 septiembre 2008

Cual niña pequeña

Distorsión de las luces de la Playa de la Herradura (Granada). Fotografía de Isabel Huete.

Ando yo estos días de pruebas médicas (Comendatore, ya ves que no eres el único con "pequeñas anomalías" físicas... :-))): que si la revisión semestral por el cáncer, que si el quiste de la mama que me tengo que extirpar, que si la operación de mandíbula (no era una broma lo que conté de Mami P.), que si una rotura de tendones del hombro... En fin, que los de la bata blanca me tienen como cliente habitual les guste o no, me guste o no.

Ayer a las 6 de la tarde me tocaba escáner de cuerpazo (es un decir) entero: cuello, tórax, abdomen y pelvis. Debo presentarme con cinco horas de ayuno; ni agua, oiga. Primero me toca firmar el consentimiento para la prueba y la autorización para que me inyecten en vena un contraste que seguro que es pura guarrería química. No se quieren responsabilizar si me da un patatús. Para completarlo, previamente me tengo que beber en media hora una jarra de un líquido con regusto a anís (odio el anís). Les aviso que a las 5 me he tomado un café con hielo, que se me ha ido la olla con lo del ayuno.

Bueno, lo único que te puede pasar es que vomites...

¡Pues lo siento sobre todo por mis compañeros de sala de espera!

Cuento ocho vasos de plástico. Las ranas de mi estómago deben de estar ya a punto del k.o., pero yo no siento ningún revoltillo por lo del coffe. ¡Menos mal!

Quítese todo artilugio metálico y el pantalón, que lleva cremalleras.

¿Y las sandalias?

No hace falta. Túmbese aquí que vamos a inyectar el contraste.

Me tumbo obediente; ya sé de qué va el procedimiento, he pasado por él casi veinte veces desde el 2003. El joven operador del aparato e inyector habitual de contrastes me da a elegir el brazo en el que quiero que me pinche.

El izquierdo, y me da por pensar que hasta en esto me pongo al servicio de mi ideología.

Estira mi brazo y le ata el torniquete. Es verde intenso.

Cierra el puño con fuerza.

Vale, aunque ya lo había cerrado. La experiencia es un grado.

Se nota muy bien la vena.

Me sorprendo del comentario porque es lo contrario de lo que siempre me dicen: que vaya mierda de venas tengo. Será que este tipo tiene un tacto más sensible. Siento entrar la aguja del vial y respiro profundamente para ahuyentar el odio que siento por ellas desde mi infancia. Sigue inclinado sobre mi brazo y le pregunto.

No la he pillado, qué raro. Se ha roto además el vial.

Prueba en el derecho. Y lo digo con aplomo, como si no me importara.

Lo siento, se disculpa mientras me desata la goma verde.

Vuelta a empezar, y yo empiezo a soltar mentalmente y en orden alfabético todos los tacos que me sé. Tranqui, tía, que no es la primera vez que te ensartan a agujazos.

¿Qué, la has pillado esta vez?

Tampoco, no lo entiendo. Parecía que sí. Espera, que voy a inyectarte un poco de suero para confirmarlo. ¿Notas algo?

Pues no.

Se ha embolsado el suero cerca de la vena, no ha entrado. Precisamente lo de inyectar en vena no se me da nada mal... Voy a intentarlo un poco más arriba.

Menos mal que no se le da mal... Algo me empieza a trepar desde el estómago hacia el cerebro, pasando por la garganta. No es el vómito. Es angustia. Me siento pequeñita, frágil, ratoncito blanco de laboratorio con nariz sonrosada.

Noto por tercera vez penetrar la aguja, después la mueve hurgando en mi vena. Me duele y gimo.

Perdona, de nuevo una disculpa. Se ha vuelto a romper. Tendré que intentarlo en la mano.

Sé lo que es eso: un dolor horrible. También tengo experiencia, aunque sólo de otra vez. No quiero morirme, pero sí desaparecer. ¡Peazo bruto! Se me humedecen los ojos sin poder evitarlo mientras vuelve a atar la dichosa goma verde, esta vez en el antebrazo. Por cuarta vez palpa mi tercera vena.

Esta vez no puede fallar, la vena se ve perfectamente.

¿ ........... ?

Déjalo, no puedo más.

Me llevo la mano izquierda a los ojos y lloro como una niña pequeña, quedamente, como me enseñaron. Berrear es de mala educación. Aun así me siento ridícula y eso me provoca todavía mayor desconsuelo.

No te preocupes, cielo, comprendo perfectamente tu angustia. Te haré el escáner sin contraste.

Y mientras lo dice me acaricia el brazo con ternura. Lo retiro suavemente porque me están dando ganas de volverme de costado y encogerme en posición fetal. Tía, reponte.

Se va cariacontecido a la cabina de control. Creo que, por fin, se ha dado cuenta de que mis venas son una mierda, y yo me quedo con la impresión de que es un inútil, pero no le culpo porque hacerlo no le va a devolver la integridad a mis venas. A través del altavoz que nos comunica me pide que no respire hasta que me avise. Obedezco y cierro los ojos.

¿Hay alguien ahí?

Regresión y poesía.



01 septiembre 2008

Bajo tu ventana

Calle Fuencarral (Madrid). Fotografía de Isabel Huete manipulada digitalmente.

Casi todos los días, cuando me dirijo al trabajo, paso bajo tu ventana. Llevo muchos años haciéndolo. Hoy también lo he hecho pero me he enterado por la prensa que tu marido te ha asestado varias puñaladas y has muerto. Cuando llegaron los del SAMUR te encontraron tumbada en el sofá envuelta en un charco de sangre, ya sin vida. Hacía al menos una hora que habías muerto y fue ese mismo cabrón con el que te casaste y tuviste tres hijos el que los llamó. No parece que le temblara el pulso, ni cuando cogió el teléfono ni cuando levantó el cuchillo. Todo estaba planeado con antelación: las gemelas que vivían todavía con vosotros confirmaron que iban a salir de marcha, y vuestro hijo mayor ya había roto el cordón umbilical.

Nada voy a descubrirte que tú no sepas, aunque ahora, si es que la muerte te ha llevado a algún otro puerto que no sea el de la perpetua paz, es probable que te des cuenta de que si la muerte es una dama sin alma, la vida puede ser también una compañera mentirosa y cruel. Es probable, también, que aquél día que te vestiste de blanco y del brazo de tu padre te pusiste al lado de ése a quien le diste el sí, creyeras que eras la mujer más feliz del mundo, que nada ni nadie podría ensombrecer tus sueños, que la entrega a ese imbécil hasta que la muerte os separara era lo mejor que podías hacer en la vida, que la renuncia a tu libertad para compartirla con él valía la pena. En la mitad de los casos, y creo que me excedo, esos sueños acaban en el cubo de la basura. Entre lo que deseamos y lo que en realidad ocurre, a veces hay un abismo insuperable. Es una ficción, un espejismo del que nos cuesta mucho apearnos.

Como todas las noches, te echaste en el sofá para ver la tele y te acabaste quedando dormida. Te imagino descalza, de costado y con las piernas encogidas y reposando la cabeza sobre un cojín, quizá de rayas o quizá de flores. Sospecho que esa costumbre tenía que ver con las pocas ganas que tenías de compartir la cama con ese hijo de puta que ha hecho eterno tu sueño; si se dormía pronto, furtivamente podías entrar en la habitación para cambiar el cojín por tu almohada y como un fantasma echarte a su lado sin moverte, sintiendo su peste pegada a la nariz, su respiración de hombre satisfecho de sí mismo, de quien siente el poder de su fuerza en las manos y en los testículos.

Demasiadas noches, al llegar a casa, se desencadenaba la tormenta. Tenía que controlar tus movimientos, saber de dónde venías y a dónde ibas, con quién compartías tus momentos, quién era ese conductor de autobús que te daba todas las mañanas los buenos días cuando te subías, o el tendero de la esquina que elegía los mejores productos para ti, o el peluquero que te dejaba el cabello tan brillante los viernes por la tarde, o el basurero que recogía los papeles de la acera cuando tú ibas a pasar.... Tu amo y señor, que es como probablemente se tenía a sí mismo, no quería perderte, no quería que pudieses disfrutar ningún momento de tu vida en libertad o en compañía de otros que no fueran él; ni en el trabajo, si lo tenías, ni detrás de otras paredes que no fueran las de tu casa, las de su reino, las de su cárcel.

Se sentía un mártir, menospreciado, incapaz de estar a tu altura, lleno de rencor y de miedo, inseguro, pero con el corazón tan podrido como para esperar que estuvieses dormida, indefensa y sola. No sé si te dio tiempo a gritar o a soltar un lamento, quizá tan solo sentiste que tu sueño se interrumpía para entrar en otro más profundo y definitivo. Si fue así, me alegro de que no vivieras el horror de ver su ira y su cobardía reflejados en sus ojos. Quizá después de su venganza se parara unos minutos para comprobar si respirabas, temiendo que abrieras los ojos y apareciera la pena infinita dibujada en ellos.

Yo he pasado muchos días por delante del 29 de la calle Cobarrubias, bajo tu ventana, en un distrito de nivel medio-alto donde no es habitual que las broncas familiares acaben manchando de sangre los portales, aunque estoy segura que hay tantos canallas como en cualquier otro barrio de Madrid o de cualquier ciudad. El veneno del machismo circula por cualquier cerebro adicto a la posesión y no distingue categorías sociales, ni niveles culturales, ni estatus profesionales de ningún tipo. No sé, ni me importa, si eras buena, mala o regular; una bruja o una santa; simpática o antipática; buena madre o un desastre; limpia o una guarra; educada u ordinaria; culta o analfabeta; buena amante o con la libido en el congelador. Fueras como fueras, no merecías morir a manos de tu marido, del hombre de quien esperaste un día, y quizá años, todo y, probablemente, a quien le dabas todo. Y si no se lo dabas, que se hubiese ido a buscarlo a otra parte, pero no tenía el más mínimo derecho a adueñarse de tu vida hasta el punto de  quitártela,  y a destrozar la de sus hijos. No lo denunciaste nunca, posiblemente porque tampoco nunca imaginaste que llegaría a tal monstruosidad, o quizá porque le temías, o porque pensabas que algún día las cosas podrían cambiar, o porque le querías a pesar de todo, o creías que le querías. 

No es un consuelo decir que ojalá seas la última, porque esto es un chorreo de mujeres muertas que no para, ya sea este año o cualesquiera otros años. Más bien es un desconsuelo difícil de superar. ¿Ante las noticias de otras muertes, te sentirías alguna vez reflejada en el espejo? Creo que no, porque de ser así nunca te hubieses quedado dormida en el sofá teniendo al monstruo dentro.

Lo que no sé es cómo lo van a superar tus vecinos, esos que una noche sí y otra también os oían a través de la ventana del patio discutir a gritos, repitiendo siempre él que de dónde venías, que dónde estabas, que con quién. El silencio cómplice también es culpable. Si descubrieran a un chaval meándose en el portal es seguro que llamarían a la policía, o si la marcha nocturna del bar de enfrente les impidiera dormir (lo cual puedo comprender), pero los insultos y los gritos de la casa de enfrente parece que no nos molestan, que no desprenden ningún olor fétido, que no dañan nuestros oídos, que no nos conciernen en definitiva. Deja, deja, que yo no quiero líos... Miseria tras las puertas, mirillas oxidadas de no abrirlas nunca para escuchar al otro, para amplificar sus lamentos y que nos lleguen al corazón, pero sobre todo al cerebro. Hay quien lo tiene necrosado de por vida.

Ese cabrón podría haberse cortado la yugular después de matarte, hasta podría haberlo hecho con cierta dignidad, si es que le queda alguna. Pero no, no ha tenido valor, y ahora tendremos que pagarle entre todos su estancia en la cárcel. No siento ninguna pena por él, ni la más mínima piedad. No deseo que le maten, pero no me importaría un bledo asistir a su entierro, ni al de ningún otro maltratador y asesino de mujeres. Sé que lo que digo es fuerte, pero no me arrepiento ni quiero desdecirme

¡Que se pudra!

Desconsuelo y poesía.

FOTOLIA