
Más vale llegar tarde que no llegar nunca. Y yo no podía ponerme ciega esta noche sin desearos antes que disfrutéis de los vuestros incluso para los que resulte un trámite. Muchas/os sabéis lo que me gusta la Navidad, las luces, los belenes (sobre todo montar el mío, como buena amante de las miniaturas), los villancicos... Con lo sentimental que soy no podría ser de otra manera, aunque lo hago sin nostalgia, sin tristeza, sin retroceder en el tiempo añorando mi niñez. Cada año en estas fechas me gusta volverme niña o, quizá, seguir siéndolo pero aún más. Es probable que para entender estos días haya que preguntarse en qué momento dejamos de sentir ilusión, qué borrasca fue tan turbulenta como para borrar de la tierra nuestros sueños, qué hoyo encontramos en nuestro camino que nos hizo caer para no volver a levantarnos, para descreer de todo lo que nos hizo felices como si no hubiese posibilidad de recuperar esa felicidad. Hay que perder el miedo al sentimiento y dejarnos llevar por él como el niño que arrastra al padre o a la madre para enseñarle el juguete más deseado y arrancar de ellos una sonrisa tan amplia como la suya.
Por todo eso y porque os quiero os dedico esta felicitación que he elaborado con una fotografía que saqué de este muñeco de nieve en una callecita apenas transitada de Madrid. Es el muñeco más completo que he visto en mi vida y me hizo una ilusión tremenda encontrármelo de sopetón. De inmediato pensé que sería el protagonista de esta tarjeta dedicada a vosotras/os.
Que el niño/a que lleváis dentro se despierte con fuerza y os haga felices.
Navidad y poesía.
(PD: Aunque lleve varios días sin comentaros a la mayoría no es porque no os haya leído pero no he tenido tiempo de "dejar asomar mi patita por debajo de vuestra puerta" :) Por un error borré dos comentarios de mi entrada anterior, así que nadie se sienta discriminada por ello porque aquí nadie sobra, al contrario). Besitos navideños.