Bitácora de Isabel Huete

SOLIDARIDAD CON HAITÍ

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19 octubre 2007

Hacerlo bien; decirlo, también

Tengo estos últimos días muy pillados y por eso no puedo dedicarme al blog lo que quisiera, pero hoy voy a sacar unos minutillos para hablar del trabajo bien hecho, de esa forma de trabajar que tanto nos cuesta reconocer y agradecer mientras que nos sobran palabras para poner a parir a quienes nos fastidian haciendo mal su trabajo. No sé si es parte de la educación y/o de la idiosincrasia del personal que conformamos este país, pero o bien damos por hecho que a nadie que haga bien su trabajo hay que agradecérselo y alabárselo porque es su obligación (era la teoría de mi padre respecto al comportamiento de sus hijos, así nos fue...), o bien se dispara en nosotros un ruin mecanismo de envidia que nos lleva a pensar que quizá ese o esa que hace las cosas bien no es más que un arribista, un pelota o un prepotente. Y eso si es que no menospreciamos su trabajo por temor a que nos quite el puesto cuando de un compañero se trata.
Y hoy me ha dado por aquí porque esta mañana he ido a que me "chuparan" la sangre para ver cómo andan mis hormonas tiroideas, que las tengo bastante bajitas desde hace un tiempo. La enfermera que me ha pinchado (odio los pinchazos de cualquier tipo) lo ha hecho de lujo. Y encima era estupenda y amable. Cuando ha terminado la he felicitado por lo bien que lo había hecho y le he dado las gracias. Se ha sorprendido y después me ha agradecido el comentario a la vez que una amplia sonrisa le iluminaba toda la cara. No te sorprendas, le he dicho, cuando alguien hace algo bien también hay que decirlo. Sí, sí, claro, me respondió, pero es que no estoy acostumbrada a que me lo digan...
Es curioso que todos, o casi todos, manifestemos a menudo la queja de la falta de reconocimiento de los demás hacia lo que hacemos, sin mirarnos en el espejo y preguntarnos por qué tantas veces tenemos ese mismo comportamiento, del que tan fácilmente nos quejamos, hacia el trabajo de los otros. No me excluyo, que conste, pero sí he de decir que cada día pongo más empeño en no negar lo bueno que tienen o hacen otras personas, en hacerlas más visibles ante mis ojos y ante los de otros.
Una vez le dije a uno de los jefes de entre los muchos que he tenido, cuando empecé a trabajar con él (él me reclamó para su área porque consideró que era una persona competente), que por favor no se cortara en señalarme las cosas que hiciera mal, pero que también lo hiciera cuando las hiciese bien. Aunque pocas veces me señaló algún error o defecto en mi trabajo, nunca me reconoció lo bueno, aunque yo supiera que estaba más que contento conmigo por otros detalles que quizá a una persona menos observadora que yo le hubiesen pasado desapercibidos. Y a menudo presentó ante otros, como propios, informes que yo había elaborado, sin citarme en ningún caso. Nunca lo interpreté como una mala jugada (estoy convencida que no lo era), sino como una falta de confianza en sí mismo, como una necesidad (igual que la mía) de ser reconocido, y eso que tenía una inteligencia privilegiada. Como le tenía aprecio nunca se lo recriminé porque, entre otras cosas, el hecho de que se apropiara de algunos de mis trabajos significaba que los valoraba y, en consecuencia, aquellos ante quienes los exponía. Que mi nombre saliera a relucir no me importaba tanto como el reconocimiento tácito de mi trabajo. Aunque no me arrepiento, creo que mi falta de vanidad, y quizá también de ambición, me ha llevado en muchas ocasiones a pasar desapercibida, a no ser valorada en la forma y en el fondo con toda su justeza. Sigo siendo un poco así, pero no estoy segura de que sea lo mejor, aunque la experiencia te va enseñando a sacar un poquillo más los dientes.
Sin embargo, lo que sí tengo cada día más claro es que hay que poner a funcionar la generosidad y colocarse en el lugar de los otros, y aquello que reclamamos para nosotros debemos reconocérselo a los demás. Porque es de justicia, porque se lo merecen, porque se lo curran, porque lo necesitan, porque hasta que no lo haces no sabes hasta qué punto uno siente que también ha hecho las cosas bien, y llega la paz interior.
Reconocimiento y poesía.

2 comentarios:

Lucas elkoalapuesto dijo...

Isa guapa ya paseé por aquí hace tiempo pero me quedaré una temporadilla si no te importa, necesito descansar.

un bexote

Isabel Huete dijo...

Supongo que lo que me dices es que quieres seguir entrando en mi blog para descansar... Si es correcta mi interpretación, no te garantizo que lo consigas porque a veces me caliento mucho con algunos temas. En todo caso, bienvenido seas a tu casa.
Besos grandes

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