Bitácora de Isabel Huete

SOLIDARIDAD CON HAITÍ

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06 marzo 2008

Hospital 12 de Octubre

14:15 de ayer.

Fui en metro al Hospital 12 de Octubre de Madrid a ver a una de mis primas, que está jodida por los efectos de un trasplante (previsibles, pero que por diversas circunstancias se han complicado). Por primera vez cogí la nueva prolongación de la línea 3, que es una maravilla: limpieza, orden, armonía, color, incluso arte... Ninguna queja, se nota que han invertido con ganas. Saqué fotos, entre otras cosas porque voy a participar con fotografías hechas por mí en el nuevo libro-objeto que estoy preparando con el poemario de Andreu Navarra, Fiebre y ciudad.

(por cierto, este enlace de un nuevo blog que ha colgado Andreu, me parece interesante, especialmente para los/as poetas y amantes de la poesía www.domiciliodenadie.blogspot.com).

Salí del Metro con buenas vibraciones y me dirigí al Hospital. Vestíbulo de entrada espacioso, limpio, con un servicio de información eficiente, ascensores amplios y veloces... Bueno, pensé, parece que aquí también han invertido. Décima planta, Nefrología... Se me cayó el alma a los pies. Pasillos tercermundistas, sucios, necesitados de una urgente mano de pintura; canales de climatización destrozados; ventanas llenas de churretes, de mierda acumulada durante meses, o años. Y al final, cuando entré en la habitación de mi prima, mi incredulidad llegó al límite: la cutrez era total. Dos camas en un espacio mínimo, separadas por una cortina plastificada del color de las alas de las moscas (que solicitó ella que la pusieran), con apenas espacio para sentarse un acompañante, con el cristal de la ventana tan sucio como los de los pasillos, sin un mísero retrete o una ducha para asearse: hay un cuarto de baño... ¡por planta! No había podido ducharse porque la cola era tal que no pudo resistir, debido a su debilidad, la espera. Ni siquiera le habían servido la comida especial que debe tomar, sin verdura ni fruta, ni fritos (nada que pueda tener potasio); le dejaron la bandeja con lo que tomaba todo el mundo: si quieres lo tomas y si no, lo dejas. Lo dejó. No había comido.

Cuando llegué, su compañera de habitación no estaba porque se la habían llevado para hacerle unas pruebas y aprovechó para dormir un poco. Y es que llevaba dos noches sin apenas pegar ojo porque su pobre vecina no para de quejarse, de gritar, por los dolores, supongo. No la quisimos despertar y nos bajamos a tomar algo a la cafetería. Allí fue donde todo esto me lo contó mi otra prima, su hermana, que ha sido la donante. Estaba desesperada, dolida por el trato, por no recibir una atención más humana, más profesional. Desde el día de la operación, el cirujano no ha vuelto a pasar a ver a mi prima a pesar de las complicaciones que está sufriendo. Supongo que una vez que se quitó los guantes y se lavó las manos después de operar, su paciente pasó a ser mercancía para consumo de otros zombis del mismo Hospital.

Al volver a la habitación, la vecina volvía a estar allí, pero no era ella la que más ruido metía sino su acompañante y la enfermera. Mi prima seguía, a pesar de todo, intentando dormir. Me marché sin hablar con ella para que descansara, si podía, si la dejaban. La vi demacrada, frágil, con gesto de cansancio, harta.

La preocupación por el estado de mi prima es importante, el trato que recibe también, pero la indignación que sentí al salir de allí trascendía mi interés particular. Acabé con la ira chorreándome por la frente, golpeándome el estómago. Ira por la desvergüenza del Gobierno de la Cumunidad de Madrid y de su cabeza visible Esperanza Aguirre. Ira por la manipulación de la que hacen gala inaugurando una y otra vez cada nuevo hospital, cada vez que las obras culminan una nueva planta, sin tener la decencia de esperar a que entre en funcionamiento. Si no se acaba en el plazo, no importa, hija, que nosotros iremos a celebrarlo cada vez que pongan un ladrillo, así parecerá que estamos en todo. Hay que gestionar eficazmente, privatizar la gestión para controlar el gasto, para que los dineros no se derrochen, que esto de lo público es un despilfarro, está invadido de profesionales incompetentes. Políticas liberales, eso es: menos Estado, dejar hacer, más Adam Smith.

Y así va, nos va... Mucho hospital a medio hacer pero muy inaugurado y poco hospital en funcionamiento medianamente gestionado. ¿Hay que controlar el gasto? Pues eso está hecho: no se arregla nada, se contrata el menor número de profesionales de la medicina, no se limpia, no se atienden las necesidades individuales de los enfermos, y si quieren ducharse que hagan cola, que así se les fortalecerán las piernas y el espíritu. ¿Los cristales sucios? ¡Vaya estupidez! A ver, a un hospital se viene a estar en la cama, no a mirar por las ventanas, ni a mear, ni a cagar, ni a ducharse.¡Pero qué es eso de que pidan dieta específica! ¡Sólo faltaría! Si quieren privilegios, que se vayan a la sanidad privada, que ellos sí que saben. Con tanto inmigrante acudiendo para ser atendidos y generando tanto gasto, ¿qué esperabas? Si los ciudadanos quieren tener hospitales públicos, pues que se aguanten con lo que hay y, si no, que se vayan a protestar a ZP, que no hace nada, que no se ocupa de nada, que no nos da todo el dinero que queremos, que no se ocupa de los españoles, que está en otras cosas que no interesan a nadie, que deja entrar masivamente a los inmigrantes...

Mi prima es una paciente más del Hospital 12 de Octubre, y también una sufriente más de la política desaprensiva de Dña. Esperanza, de su miserable concepción de los derechos de la ciudadanía, de su falta de respeto hacia las personas, de su insultante forma de hacer, de su elitismo, de su ignominia.

¡Qué ira!

Poesía.

1 comentario:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

La situación de la sanidad pública en algunas comunidades necesita una mayor atención. Que se dejen ya de intereses y lo arreglen. Dinero y profesionales hay.
Lo mejor para tu prima.
Saludos.

FOTOLIA