Bitácora de Isabel Huete

SOLIDARIDAD CON HAITÍ

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30 septiembre 2008

Concierto de Diego Fernández Magdaleno


Ayer fue un día grande para mí y se lo tengo que agradecer a este peazo pianista que es Diego Fernández Magdaleno.

"Conocí" a Diego virtualmente al dejarme un comentario en el post que dediqué a Luis F. Comendaror, e inmediatamente entré en su blog para saber "quién era ése" que compartía mi admiración y afecto por tan querido amigo. Y me encontré con un pianista, profesor de piano y escritor. Entré también en yutube y pude escucharle en algunos vídeos de sus conciertos. Me encantó, así que le pedí que me avisara si tocaba en Madrid, y lo hizo: ayer ofrecía en el Círculo de Bellas Artes un concierto en homenaje al compositor Ramón Barce.

No soy ninguna experta en música, ni clásica, ni moderna, ni contemporánea, pero adoro la música, y de todos los instrumentos musicales existentes si hay alguno que me enardece ése es el piano. Sus notas me calan hasta lo más profundo y mi mente, al escucharlo, se convierte en el eco que se esparce, hecho ya melodía, a través del flujo sanguíneo hacia todas mis terminaciones nerviosas.

La música sinfónica contemporánea reconozco que es casi una desconocida para mí y la poca que he escuchado, a través de RN2, no me ha atraído precisamente, no sé si porque el violín era el instrumento más destacado y a mí me sonaba más a maullido de gato que a otra cosa. No me resulta fácil comprenderla, quizá por tener el oído acostumbrado a la clásica. Pero en esta ocasión no había más instrumento que el piano y las maravillosas manos de Diego deslizándose por el teclado, unas veces con extrema delicadeza y otras con total rotundidad. Y disfruté como una enana, para qué negarlo. Disfruté doblemente: por la música que supo envolverme y por poder contemplar desde mi silla el movimiento certero de sus manos para extraer las notas, su forma de trabajarlas, su entrega a la composición y sus ganas de compartirla con los presentes. Gloria pura.

Además del regalo para el oído que esto supone, es muy bello observar con detenimiento la forma y el contenido de un piano de cola: sus formas sinuosas, el brillo azabache de su caja contrastando rabiosamente con el color marfileño del teclado, la tapa abierta, como grandes fauces de ballena, convertida en espejo de las cuerdas, tensas y milimetricamente colocadas para emitir las más dulces y apasionadas notas. Y con todo lo bello que puede ser observar un piano, para mí lo más inquietante es ver reflejarse las manos del pianista en el frontal mientras toca. Ves los dedos moverse desde una perspectiva imposible de captar de otra manera. Tocar el piano me parece algo así como un rito sagrado y único. 

No me llevé la cámara de fotos porque no sabía si podría utilizarla ya que el flash supongo que puede entorpecer la concentración del pianista, pero me hubiese gustado realizar algunas fotografías de las manos de Diego tocando y haberlas compartido en este post. 

Interpretó obras de Tomás Marco, Francesc Taverna-Bech, Josep Soler, Albert Sardá, Carlos Cruz Castro y Carles Guinovar, todos ellos nacidos en las décadas 30 y 40 del siglo pasado. Yo no sé, salvo quizá de oídas alguno de ellos, quiénes son, pero sí sé que oyendo sus composiciones a través de las manos de Diego me parecieron músicos estupendos. Eso que he ganado en conocimiento desde el día de ayer. La segunda parte iba dedicada en exclusiva a la composición de Ramón Barce (1928), al que supongo persona y músico de reconocido prestigio al leer la reseña que de él se hacía en el programa, pues ha promovido y pertenecido a grupos musicales sinfónicos importantes y, también, recibido diversos premios como, por ejemplo, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 1997. Aparte de haber publicado numerosas traducciones musicales y compuesto más de 120 obras. Desde luego puedo afirmar que lo que ayer escuché de su obra me pareció magnífico. Cuando descubro estas cosas más cuenta me doy de lo ignorante que soy.

Al finalizar, aplaudimos mucho a Diego todos los asistentes y no le quedó más remedio que hacer un bis, y tocó una sonata (creo, porque no pude entenderle bien cuando lo anunció) de J.S.Bach; fuere lo que fuere, resultó el colofón perfecto: bellísima composición y magistral interpretación. 

Me emocionó y quise agradecérselo con un abrazo, que por supuesto le di, y también decirle el placer que ha supuesto para mí haberlo conocido en persona y poder verle y escucharle tocar el piano. Un lujo, sin ninguna exageración, que espero se repita.

Así lo viví y así lo cuento.

Gracias Diego, a miles.

Para quien quiera saber más sobre Diego puede entrar en la web que aparece al pie de la fotografía y en su blog


Piano y poesía.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Querida Isabel: no sabes la alegría que tuve al verte en el concierto.
Te agradezco mucho esta entrada tan cariñosa. Sentí que no hos hiciéramos una foto juntos. Cuando aparecieron los de las cámaras te busqué, pero ya no estabas.
Gracias y un beso muy grande,
Diego

Silvia_D dijo...

Me alegro de que disfrutaras tanto, tal y como lo cuentas debió de ser genial.

Tengo un minutito y quería dejarte mis besos y mi cariño, porque aunque no escriba en el blog,no voy a perderos de vista :)

Pasa buen día, niña guapa

Teresa dijo...

Esfuerzo, tesón y virtuosismo.
Sacrificio

(Algo tendrá el artista cuando es tan apreciado)

IF dijo...

Pues la verdad es que tiene muy buena pinta, y además la crónica está muy bien.

Y hablando de música, esa canción de Antònia Font es una autèntica preciosidad, efectivamente. Y además me la descubrió Marc, que es, por así decir, una nueva presencia en mi vida ;)

Besotes!!!!!

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Escuchar a Diego es todo un lujo. Y un placer conocerlo.

Isabel Huete dijo...

DIEGO, mi comentario es una tontuna comparado con tu arte y con lo que me hiciste disfrutar. Impagable.
Mil besos.

DIANA, amor, que estos días, cuando hago mi recorrido habitual por la casa de los amigos, siento que me falta una puerta, no la encuentro. Es como un mal sueño. ¿Por qué no me escribes? Bipo tiene mi dirección de e-mail.
Un besazo, mi niña, que te quiero.

BIPO, eso es, todas esas palabras. En eso consiste el verdadero arte. Esos bellos momentos son los que le dan sentido a la vida. Cuando uno empieza a perder las esperanzas, ¡zas!, la magia aparece y la sonrisa también.
Tus cuentos, lo creas o no, me producen también eso efecto.
Un beso grande.

Isabel Huete dijo...

PEDRO, así ha sido para mí.
Besotes.

IF, qué alegría! No sabes lo que me alegro que tengas esa presencia en tu vida y te vaya descubriendo cosas tan hermosas como esa canción y vídeo. Te noto feliz.
Un besazo grandote.

Merche Pallarés dijo...

¡TENGO QUE VER Y ESCUCHAR A DIEGO ALGUN DIA DE ESTOS! Qué suerte has tenido Isabel y tu post me ha hecho añorar más no estar presente en un concierto suyo. Lo has bordado.
Sin embargo discrepo contigo con lo del violin. Es un instrumento que adoro. ¿Será porque desde los cinco años escuché embelesada los conciertos de Yehudi Mennuhin en la radio Telefunken del caserio? Quizás, pero los conciertos de violín me apasionan al igual que los de piano. Besotes, M.

Anónimo dijo...

Vale, mañana se la pido a Bipo, gracias, que yo tambien te quiero.

Más besosssssss!!

Isabel Huete dijo...

MERCHE, fue todo un lujo ver y escuchar a Diego tocar el piano, te lo aseguro.
No es que el violín no me guste, por supuesto que sí, lo que pasa es que en las composiciones de música contemporánea me chirría mucho más que el piano. Los conciertos para violín de autores clásicos que me entusiasman. Pero como el piano... LO ADORO.
Besazos.

FOTOLIA