Bitácora de Isabel Huete

SOLIDARIDAD CON HAITÍ

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27 junio 2008

17.000.000

Me dijeron que eso fuimos: 17 millones de personas las que estuvimos viendo por televisión el partido de España, "la roja", contra Rusia. 17 millones de mirones, unos más exaltados que otros, o más emocionados que otros, o más tranquilos que otros. Da igual, 17 millones de seres con una misma idea en la cabeza, con una misma ilusión: ver ganar a España. Y después, en la calle, el desmadre, los pitos, los gritos, las botellas por el suelo, los saltos, las peleas, los cánticos; todo un síntoma de alegría, de poderío, de orgullo. Bonito, sí, fantástico ver a todo un país volcado con los suyos, dispuesto a dejar de lado cualquier otra cosa con tal de estar esa hora y media conteniendo la respiración. Yo la primera. Grité gooooool a pleno pulmón las tres veces como si fuera lo último que fuese a gritar en mi vida, aunque no tuviese a nadie con quién compartir el "tarzánico" grito. Fue como el canto del gallo tras la traición de Pedro. Tres veces, tres, ni una más ni una menos. Me hizo pensar.

      (Tembleque.Fotografía de Isabel Huete)

La vida es un ventanuco al que algunos le ponen rejas, y otros, sencillamente, se niegan a abrirlo para mirar lo que hay al otro lado

      (Tembleque. Fotografía de Isabel Huete)

Traición, ¡vaya palabreja! Negar a los otros, a los que nos dieron su confianza; negarnos a nosotros mismos, negar lo que fuimos, negar lo que somos; negar lo que sentimos, negar lo que dijimos; negar lo que sufrimos, negar lo que necesitamos... Negar para salvarnos a costa de otros, negar a los otros por miedo. Negar lo que nos rodea para caminar del brazo de la nada. Negar es la nada.

La vida la miramos como quien ve pasar, uno a uno, los fotogramas de una película, queriéndole encontrar sentido a la continuidad. La vemos en imágenes y nos creemos que todo es así de estático, que en realidad es la máquina la que la convierte en otra cosa, la que nos engaña porque nos gusta ser engañados. Así es todo más sencillo. Nos están fabricando una ilusión que no tiene cuerpo, que no es nada, sólo imágenes encorsetadas, manipuladas, distorsionadas. La realidad es otra cosa, como "la roja"; la que me mata, la que me hace vibrar, la que me quita el sueño, la que me une a mis camaradas, a la que si no hubiese podido ver jugar ayer, me hubiese tirado por el balcón. A partir de hoy mi vida ya no será nada sin ella, la llevo pegada a mi piel, la llevo cargada a mis espaldas para recordarla siempre, para que me siga dando la vida, proporcionándome emociones inolvidables; las mejores, las verdaderas, las únicas. ¡Todos unidos, VIVA LA ROJA!

Banderas de España, camisetas rojas, faldas rojas, zapatos rojos, lazos rojos, labios rojos, mejillas rojas, sombreros rojos, miradas rojas. Y el grito también rojo. ¡Todos unidos! ¡Juntos podemos! ¡¡¡PODEMOOOOS!!! Nadie lo niega, nadie da un paso atrás, nadie lo olvida, nadie mira para otro lado. Ahí está la meta, ahí nos unimos todos impulsados por el afán de victoria, ahí nos cobijamos todos imbuidos de felicidad, como un sólo hombre, como un único ser todopoderoso. Lo conseguimos. Hemos alcanzado la gloria. Extravío total.

Y yo, como una jilipollas, en vez de unirme al coro, me entristezco. Y empiezo a preguntarme: si estos 17 millones de personas unidas por la pasión al fútbol se unieran, aunque sólo fuese una vez al año, para ponerse camisetas, y faldas, y gorros, y bufandas, y... de color verde, o azul, o amarillo, o rosa, o de todos los colores del arco iris, para demostrar su pasión por los bosques, o por los animales, o por la libertad de los oprimidos, o contra la tortura, o contra la exclusión, o por las mujeres maltratadas, o contra los violadores y pederastas, o contra la polución, o por la conservación de los mares, o contra la explotación, o contra el tráfico de personas, o contra el hambre, o por la paz... o por... o contra... Pero no, ¡qué pereza reivindicar tantas cosas! ¡Con lo que cuesta mover al personal! El fútbol es otra cosa: une, levanta pasiones, es lo bueno que tiene (Camacho dixit).

Las pasiones de las que yo hablo son otra cosa, ¿eh? 

Esto que dices sólo son fotogramas que van pasando delante de nuestra vista como una peli, aunque algo más lenta. Y ya sabemos que las pelis son cuentos, y si no lo son, pues se les parecen. Ahora que estamos tan felices con lo de "la roja" no nos vengas a joder la vida, niña.

Mientras, en las televisiones dedican un minuto para hablar de las "pequeñas pasiones" y media hora para comentar la "gran pasión" del fútbol. Da lo mismo que repitan las escenas veinte veces seguidas, la baba se nos sigue cayendo otras veinte. Ni un suspiro, ni el más pequeño suspiro, ante la foto de esa niña siendo violada...

No pretendo dramatizar, sencillamente hay aspectos del género humano que no acabo de comprender. Quizá es que resulta demasiado difícil entender que nada nos es ajeno, que todos somos lo mismo, venimos de lo mismo y acabaremos en el mismo sitio. Lo único que nos diferencia es el lugar en el que hemos nacido, pero no es cuestión de suerte, es cuestión de poder, de su utilización. La miseria y el dolor de esos a quienes no queremos mirar nos salpica a todos, ¡esos sí que son de los nuestros! Deberíamos dejarnos de tanta mierda de ropa roja y echarnos en pelotas a la calle a defender lo verdaderamente nuestro.

Disfruté del partido, claro que sí. 

Hay más al otro lado y poesía.

9 comentarios:

jg riobò dijo...

Creo que andamos por los 44 millones, así pues aún falta.
Lo demás es triste y ese fútbol evita que se hable de ello.

Anónimo dijo...

Estoy con Javier, ya sabes... "pan y circo pide el pueblo"!
(y más en época de crisis)
Besitos
Donce

Merche Pallarés dijo...

Isabel, he ido leyendo tus comentarios en los diferentes blogs y me han gustado mucho. Hoy te visito y leo lo que has escrito. Sí, el fútbol mueve a las masas mientras que para todo lo que tu denuncias, nadie levanta un dedo... Este es el perro mundo en el cual vivimos...como digo siempre "los ciudadanos" nos deberíamos rebelar pero el sistema nos tiene atados y bien atados.
Tus fotos muy bonitas, por cierto.
Hoy veré la final España-Argentina o sea que seré parte de los tropecientos millones que estaremos embobados delante del televisor pero ¡qué le vamos a hacer! No se ve una final así todos los dias... Besotes, M.

Teresa dijo...

Las pasiones pequeñas son comprometidas y exigen una actitud personal, una responsabilidad.

Esto otro, sólo es soltar adrenalina de forma gratuita, sin nada a cambio.

Ahora ESPERO QUE GANE ESPAÑA
OE OE OE OE
OEEEEEEEEEEE OEEEEEEEEEEEEEEEEE
ESPAÑA RARARÁ

Alberto García dijo...

Lo triste es que ese griterío, esa bulla y esa (para mi absurda y ridícula) sensación eufórica de unidad, ademas efímera como la espuma de mar, sólo aparece como consecuencia de una diversión primaria y básica como es la sensación de sentirse ganadores, vencedores, mejores que los demás. Y eso no cuesta el más mínimo trabajo, claro. Esa euforia es la consecuencia de una victoria. Se grita porque se ha ganado, no se grita para ganar. Esto ya cuesta más trabajo. El ser humano es así de absurdo, estoy de acuerdo contigo querida amiga.

Un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Eso se llamaba política de pan y circo. Siempre ha funcionado. Pero todo se termina cuando no hay pan para todos o el circo no es suficiente.

Isabel Huete dijo...

Si, es cierto, esto es "pan y circo" (lo de hoy con el paseíllo de los futbolistas ya ha sido el acabose). La pena es comprobar que este país ha cambiado tan poco en realidad. ¿La octava potencia? Pdrrrrr (pedorreta).
Besotes, Javier, Donce, Pedro.

Hola, Merche, gracias por visitarme. Yo también he leído muchos de tus comentarios y alguna vez he entrado en tu blog aunque no te haya comentado nada. Llevas razón, nos tienen pillados por el "pinganillo" y parece que nos debe gustar porque nadie protesta, o casi nadie.
Yo también vi la final y disfruté como una enana, lo que pasa es que no me identifico con esa forma tan "descerebrada" de celebrarlo, como si la vida sólo fuese eso. Siento cierta vergüenza ajena, y me apena ver qué es lo que mueve realmente a la gente de mi país, y eso que yo no tengo sentido de patria.
Un besazo

jajaja, Bipo, me hubiese encantado ver el partido contigo. Estoy segura que me lo hubiese pasado de muerte.
Por cierto, he recibido lo tuyo. Ya te cuento.
Otro besazo pa ti.

Al, ya lo sé; sé lo ridículos que podemos llegar a ser los humanos, en esto y en tantas cosas. Yo creo que esas grandes manifistaciones son producto de un gran complejo de inferioridad como sociedad, más aún cuando se nos ha inculcado tanto la cultura de la España machota, diferente, brava como un toro. Todos queremos ser el toro, y no somos más que las banderillas en manos de los banderilleros. Contamos tan poco que la única manera que tenemos de que nos oigan (no que nos escuchen) es gritando. ¡Penita!
Besines.

Teresa dijo...

y a mí también...

tenías que vernos a mi hijo y a mí como dos forofos, pero el señor ese que se empeña en venir conmigo... sin sangre en las venas...
Sí, creo que nos lo hubiéramos pasado bomba, y entre chute y chute, pinchito y cortito. (Y luego ya diremos que vaya cómo es la afición de borrega)

Anónimo dijo...

Isabel, gracias me has abierto los ojos, que la tele y otros medios de comunicación me habia cerrado.

FOTOLIA