Bitácora de Isabel Huete

SOLIDARIDAD CON HAITÍ

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12 agosto 2008

Alguien debería prohibírmelo

Hoy me he levantado tranquila, tanto que ni siquiera me he exasperado esperando el autobús que me lleva al trabajo más de media hora. Es 3 no es un autobús, es una tortuga roja con ruedas y con un señor dentro que le hace cosquillas en el cogote para que avance. Y es que me han quitado el metro, que es una lombriz azul con otro señor que le rasca la cabeza para que arranque y se pare, porque están de obras en la estación de Sol, por donde pasa, o pasaba. Me da igual.
Pero hoy he decidido que nada de esto me importa. Lo que me importa realmente es conseguir avanzar yo por donde o hacia donde se me antoje, y mirar las cosas sin torcer la cabeza ni bajarla. Es bueno para las articulaciones atascadas. También he decidido que ya no voy a levantar los brazos cuando se me acerquen las moscas, o los mosquitos, porque de tanto hacerlo se me han atrofiado las clavículas y una ya no está para estas cosas. Los pies voy a dejar de vestírmelos y voy a caminar descalza para sentir los guijarros cuando ladee la corriente del río y para abrasarme las plantas cuando camine sobre el asfalto de mi ciudad en verano. Los callos me desaparecerán y eso, lo mires por donde lo mires, siempre es una ventaja. Ya no me pondré gafas para protegerme del sol, ni tampoco las graduadas para ver el lomo de los libros que tengo colgados en la estantería; al fin y al cabo para leer no las necesito.
El pelo dejaré de cortármelo y de teñírmelo porque he descubierto que estoy más sexi con la melena al viento y que las canas me dan un aire de no sé qué, como de venerabilidad. Tampoco voy a darme crema en el cuerpo para suavizar la piel porque disfruto viendo saltar mis células muertas cuando me froto o me rasco, además así evito que se me queden las manos pegajosas y las uñas encharcadas. Por cierto, creo que las uñas no me las volveré a cortar porque con ellas me puedo quitar mejor los restos de comida que se me quedan entre los dientes y el gato runruneará más cuando lo acaricie. Además me servirán de arma defensiva y podré deshacerme de esa horrenda pistola que me regaló aquel menda que casi me mata a hostias. Recuerdo que esa noche llovía a mares y que mi sangre se fue con el agua por la alcantarilla.
Pensándolo bien, la ropa interior me sobra, sobre todo esa que lleva puntillas, lacitos y cosas parecidas, ¡qué cursilada! Si al menos tuviera a alguien que me la arrancara a mordiscos... Pero no, nadie se arriesga a entablar esa pequeña batalla conmigo. Quizá con una chilaba ligerita, de tela transparente, me bastaría para cubrirme, aunque pensándolo bien tampoco la necesito, para eso tengo la piel, para vestirme. En verano lo agradeceré, y en invierno cuando tenga ya el pelo largo hasta los pies será suficiente para abrigarme. Los animales lo hacen, ¿o no?
Y comer... No sé, realmente estoy bastante desganada ultimamente. Con la mierda que contiene el aire que respiro creo que será suficiente para alimentarme, aunque vete tú a saber si no me abrirá más el apetito. Eso me preocupa porque he decidido dejar mi trabajo y ya no dispondré de un euro para vivir y tampoco pienso ponerme a pedir en la puerta de ninguna iglesia. Hay demasiado cutre meapilas por ahí y ya no es negocio. Y Dios... ¡ni mentarlo!
Empiezo a tener un poco de sueño. Voy a echarme un ratito a la sombra de esa estatua que dicen que conmemora no sé qué guerra. No me interesa su historia porque creo que cuando ocurrió yo todavía no había nacido. Tiene gracia que yo me la perdiera y sin embargo no haya parado de oír hablar de ella durante toda mi puta vida, incluso tuvimos que estudiarla en el colegio pero ya ni me acuerdo. No quiero acordarme ni pensar en otra cosa que no sea qué nueva medida tomaré mañana para seguir despojándome de todo lo supérfluo.
Voy a intentar dejar de respirar.
Despojarse y poesía.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Te acompaño. Si quieres, y aunque tengamos que ir a pie, quedamos en el km. 0 de la puerta del Sol (originalidad ante todo), nos reconoceremos por ser las únicas mujeres del cromagnon "en éste mundo perfecto"
Allí esperaremos juntas a que la baje la marea.

jg riobò dijo...

Si todos nos despojáramos de lo superfluo, llegaríamos a la esencia, al soplo divino y nuestra misión aquí estaría conclusa.
Seríamos libres.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Yo concluyo que deberías dejar de viajar en autobús.
Algunas cosas de las que dices, sí. Rotundamente. Otras no. Ni por asomo.
Besos.

Isabel Huete dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
fotosbrujas dijo...

A parte de con la fluidez de tu narracion me quedo con dos cosas, una : ¿De verdad la ropa interior sobra? no , no?
y dos: las guerras son conmemoradas, las conmemoraciones generan estatuas, las estatuas sombras y las sombras descanso y siestas (anda que no hay que darle vueltas para sacarle algo a las guerras)

Isabel Huete dijo...

Brujo, no sé si la ropa interior sobra, quizá la que cubre "los bajos" no, pero por cuestiones puramente higiénicas... Era una metáfora muy relacionada con las mujeres y esos artilugios que nos ponemos (yo no, por cierto)con aros, costuras reforzantes y demás jilipolleces para vencer la gravedad pero que nos oprimen y son asquerosamente incómodos, además de adornos cursis en los que, pro lo general, nadie se fija. Era una metáfora contra la opresión física y psíquica y a favor de la liberación, como todo lo demás.
Un besazo.

Anónimo dijo...

Chiquilla, es que con tanta metáfora nos has dao un susto de "cohone"! Jajajaja, y "locatiss", pero cómo se te ocurre poner aquí tu mail??!!.
ay-ay-ayyy..., claro que nos tomaremos algo, eso sí que sí!
(pero espera a que se me pase, un pelín, la ñoñería ¿vale?)
Un besote gordo, gordo

Donce

Isabel Huete dijo...

Donce, lo de poner el e-mail ya lo pensé pero me pareció que tampoco pasaba nada, al fin y al cabo más abierto que esto no hay nada, o casi. Pero ya que me lo dices con cierta alarma, he borrado el comentario y sanseacabó. Espero que lo hayas guardado porque no sabía tampoco cómo contactar contigo si no era así.
Bueno, ya veo que mi experimento metafórico no ha dado buen resultado, aunque me gusta escribir algunas cosas mediante metáforas.
Un besote.

Teresa dijo...

Respirar es superfluo
Lo triste es que tu metáfora la viven muchas personas.
Un relato genial

Isabel Huete dijo...

Lo sé, Bipo, el dolor siempre produce falta de aire.
Besazos.

PILAR dijo...

Ay Isabel que me has hecho disfrutar y hasta reírme. Que tiene una ironía de cojones esta entrada tuya.
Ay, cuanta razón tienes.
Gracias porque ando un poco con la cabeza pabajo, y no quiero dolor de cervicales tampoco.
Dice mi hermana que hay que ponerse un vestido de satén, creo que es esa tela, que hace que resbale todo.
No sé, despojarse es algo genial.
Ay, Isabel que ando un poco jodida, pero bueno. Me río, y sigo siendo soñadora, y me encanta este mundo de los blog y esta cercanía que siento de alguien como tú que apenas conozco. Digo yo que la vida nos compensa. Y de esa manera se compensa con la lejanía tan profunda que siento a veces con quien duermo cada noche. ay qué pena, Isabel, qué pena.

Isabel Huete dijo...

Pilar, cariño, hay que ponerse un vestido de satén o, como hago yo, un chubasquero. Pero eso sólo es una forma de intentar que las cosas te afecten lo menos posible o tomárselas con más frialdad. Otra cosa es tener un verdadero problema y ponérse el chubasquero para no afrontarlo, para no verlo.
A veces tomar decisiones es una agonía difícil de pasar, pero puede valer la pena si después la vida se nos hace más llevadera y nos sentimos más felices. Dejar pudrir las cosas es el camino más fácil hacia el infierno.
Piénsalo, anda.
Un besazo enorme.

FOTOLIA