Bitácora de Isabel Huete
SOLIDARIDAD CON HAITÍ
21 diciembre 2007
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Etiquetas: Navidad
Nuestos adorables amigos y colegas mexicanos
Sin recursos pero con la voluntad en las cananas y los camaradas solidarios que bien a bien se saben alternativos, marginales, underground, independientes; algunos más por convicción que por sentirse excluidos, o por su rechazo a lo comercial y su postura contra lo oficial, otros por la falta de posibilidades económicas para comprar un espacio en la FIL.
Hemos aprendiendo a trabajar en colectivo, a apoyarnos mutuamente y sabremos aprovechar esta experiencia. Sin duda habremos de continuar con este festival el próximo año.
De modo que solo nos queda agradecer a todos los que se sumaron al la Otra Fil 2007:
A quienes nos regalaron un plato de pozole, una chela, una torta ahogada, cien pesos, doscientos pesos, trescientos pesos para financiar el transporte del equipo, imprimir los flayers, los carteles, los programas.
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Etiquetas: Gabriela Juárez, La Otra Fil, México, Sergio Fong
20 diciembre 2007
Crujidos

Lo mismo le pasa a mi corazón cuando una mujer es asesinada por su pareja porque eso de que "sólo serás mía" ya no le funciona. Se le rompió el dominio y no la mata por amor sino por resentimiento, porque ahora se siente inferior, porque ha perdido una corona y un cetro que nadie le puso, porque ese cuerpo y esa mente que creyó le pertenecían pueden ser disfrutados por otro. ¡Maldita puta!, se dicen todos, y no lo dicen porque ya no la posean sino porque cuando la poseyeron tenían el mismo concepto de ella. Nunca la concibieron como un ser libre, autónomo, igual, sino como el instrumento que satisface sus necesidades que cogen y tiran a placer. Él se considera un rey pero no quiere una reina al lado, sino la esclava que le sirve y se la mama por la noche, o a cualquier hora del día, depende. A veces intento ponerme en su lugar, imaginar cómo será la vida de esas mujeres olvidándome de cómo se trata el tema en las películas, por reales que puedan parecer, y quizá lo sean. Intento imaginar mi vida cotidiana con un hombre así al lado, con el miedo y el asco comiéndome las entraña y, encima, sin valor (y muchas veces también sin medios) para darle la patada o para salir corriendo yo. Con la voluntad hecha añicos, con la autoestima convertida en una fregona que rebaña todas las mierdas, con las fuerzas escapándose por el sumidero del lavabo. Tanta lágrima a veces se enquista en el ojo y no deja ver; quizá también en el cerebro, y no deja pensar con claridad. La culpa no es de ellas aunque muchas así lo crean. Y no, todos los hombres no son iguales respecto a este asunto, por supuesto, pero todavía a muchos les cuesta condenar estos comportamientos, como les pasa a esos jueces que, sin justificar el asesinato y condenándolo, creen que alguna culpa tendrá la mujer, algo habrá hecho que no se dice... Y las penas a veces son vergonzantes. Pero ni la mujer más coñazo, ni la más intransigente, ni la más coqueta, incluso ni la más perversa y despreciable, merece perder la vida por el hecho de que su pareja no la soporte o, por el contrario, exija que vuelva con él, ¡faltaría más! Uno debe coger la puerta y largarse o, en su caso, asumir la derrota. Nosotras también sufrimos la compañía de seres indeseables en muchos casos y nos sentimos derrotadas por el amor, pero no nos dedicamos a matarlos... Somos diferentes, realmente.
Aún nos cuesta, a mujeres y hombres, entender que el matrimonio o el emparejamiento no significa pertenencia sino compartir el armario de la ropa y el de los sentimientos, y respetar el sitio que ocupa cada cual, desde la libertad. Y eso lo digo yo, que soy incapaz de compartir mi armario con nadie, que mi casa es mi cueva y que el otro se ocupe de su armario y de la suya. Tres años de matrimonio me bastaron para comprender que lo mío no era la vida en pareja aunque pueda amar con locura a alguien. No me basta el amor de y hacia otro para sentirme viva, aún amo más mi libertad, quizá porque he tenido que luchar y sufrir mucho para conseguirla y disfrutarla. Y porque yo pienso que sólo desde la más absoluta libertad, desde la total conciencia de quién y cómo es uno mismo, se puede amar. Y ya no digo en el caso de desear tener hijos...
Y al decir esto me ha venido a la cabeza esa absurda teoría, que ha sido recogida en los medios de comunicación días atrás, de que los padres pueden darles de vez en cuando algún que otro cachete a sus hijos. He escuchado opiniones de lo más variopintas, algunas incluso escalofriantes. El problema no es que a un niño que reiteradamente se porta mal se le de un cachete de aviso. Lo que a mí me preocupa es que el comportamiento bueno o malo de los hijos es una apreciación subjetiva de los padres, y casi siempre esa percepción subjetiva tiene mucho que ver con su capacidad de comprensión y de paciencia, de colocarse en la edad y lugar de sus hijos. La permisividad social y política de los cachetes implica que los padres con la mano un poco larga se sientan respaldados para utilizar esa medida como algo normal, y del cachete de advertencia a la bofetada o tortazo hay un paso muy pequeño. Y lo siguiente a justificar es la paliza. Yo he visto a padres defender como leones a sus hijos frente a los demás y, al tiempo, tenerlos machacados en casa ante cualquier "salida de tono" de uno de ellos. La hipocresía campa a sus anchas, como en tantas otras situaciones. Y ya no hablo de los castigos desproporcionados, de los gritos, de los insultos o de las amenazas... Sé de lo que hablo, y de las marcas que te dejan en el cuerpo y en el alma. Antes les llamaba heridas, pero el tiempo lo cura todo y las cerró. Al menos me gustaría que los niños que sufren la violencia de sus padres, ya sea porque los dedos de la mano se les han quedado marcados en la mejilla o en el culo, o porque no se les escuche nunca, o porque les griten demasiado a menudo que son insoportables, o les manden a la cama sin cenar (¡ojalá sólo fuera este tipo de violencia!), tuvieran la misma suerte que yo y llegara un momento en el que las heridas dejaran de supurar y las marcas posteriores sólo quedaran como una seña de identidad.
¡Ojalá también les sucediera esto a los niños y niñas víctimas de los pederastas y a las mujeres que han sobrevivido -y sobreviven- a la violencia de sus parejas!
Infancia y poesía
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17 diciembre 2007
Espacioluke
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14 diciembre 2007
Melodías extrañas
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13 diciembre 2007
Polémicas ridículas


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12 diciembre 2007
Navidad yin-yang
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11 diciembre 2007
Inma Luna
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10 diciembre 2007
Hay días...
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05 diciembre 2007
Ese tal Ratzinger (o como se escriba), o ese tal Papa
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04 diciembre 2007
Para poder ver
unas crestas montañosas alucinantes. Parecían las ondas circulares que se forman en el agua al tirar una piedra, pero mucho más a lo bestia. Y las colas de las crestas descendiendo hacia la planicie, desde los cielos en los que flotábamos, parecían cuerpos de cocodrilos. Parecía un planeta mágico.
Vista de Guadalajara desde Radio Universal, de la Universidad, donde nos hicieron una entrevista bien guapa que tengo grabada.
Estos personajes que parecen salidos de un cuento de monstruos son piezas de un grupo escultórico que se llama "Los héroes", de cuyo autor tampoco recuerdo el nombre... ¡Qué cabeza la mía! Son todos geniales y en todos te puedes sentar porque, en realidad, son sillones para descansar situados en una plaza. Yo no me pude resistir y me fotografié con uno de ellos. Me los hubiese llevado todos para crear un mundo de fantasía.
Fantasía y poesía.
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03 diciembre 2007
México, lindo y querido... ¡cómo te añoro ya!
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11 noviembre 2007
Preparativos
Tenía ya algo de "mono" de no escribir y hoy domingo me he levantado temprano (casi siempre lo hago aunque sea fin de semana), he desayunado, fregado los restos de la cena de ayer y me he sentado a escribir un ratito antes de ponerme con mis tareas propias de albañil y editora... Si, si, también de albañil. Es una de mis aficiones ocultas pero bastante acorde con mi carácter autodidacta y perfeccionista (asquerosamente).
En mi casa me lo hago todo, ya sea obra, electricidad o lo que sea. Obra grande no, por supuesto, hasta ahí no llego, pero lo mismo levanto un tabique y lo enluzco que alicato o pinto, hago una encimera o pongo un suelo. Son retos que me gusta superar y que, además, me liberan de un montón de estrés. También lo hago en la casa de José Mayoral cuando vengo los fines de semana (hoy estoy aquí disfrutando del aire limpio de La Mancha). Es una casa de pueblo enorme y la está rehabilitando. Yo le ayudo y disfruto como una enana.
Pero lo que en verdad me está ocupando estos días es completar las ediciones para llevar a México. He estado metida en la elaboración de un catálogo de la editorial para llevarnos. Incluye todas las ediciones que se han hecho con imágenes de cada una de ellas. Creo que ha quedado bastante bonito y digno si tenemos en cuenta que lo he hecho con los medios que tengo en casa. Tenía rota la impresora, así que, deprisa y corriendo, me he tenido que comprar una nueva que la verdad es que imprime que es una gloria, con una calidad bastante buena tanto en foto como en texto. Es una manera de ahorrar en impresión, que cada vez es más cara, más aún cuando para que salgan con calidad las imágenes lo hago en digital. En imprenta normal no puedo encargar nada porque el número de ejemplares que sacamos impide obtener un precio económico. Hay que buscarse la vida intentando conseguir un precio asequible mermando lo mínimo posible la calidad. Me consoló mucho cuando me enteré que Mario Munik se autoedita todas sus obras, él solito, en su taller casero de edición. Así que no me quejo: me lo trabajo y el resultado es apreciable.
Ahora estoy preparando la carátula de un CD de poesía musicada (recital poético con música de acompañamiento). Los autores on unos chavales gallegos de poco más de 20 años, David y Jorge. Uno compone y recita los poemas y el otro compone la música y toca la guitarra. Son unos currantes de cuidado y lo hacen muy bien. Quizá la poesía sea muy sentimental, poco libre y rompedora, pero a mí me gusta mucho lo que hacen y cómo lo hacen, sobre todo la ilusión y la profesionalidad que ponen en su trabajo. Por eso, al enterarme que estaban preparando nuevas cosas les he propuesto editarlos bajo el sello de Diógenes Internacional. Y aquí estoy, preparando la carátula, que espero quede curiosa. Estoy convencida que es un tipo de composiciones que a los mexicanos les va a encantar. Y a los españoles también.
No puedo negar que estoy expectante con el viaje al otro lado del charco. Me ilusiona tanto participar en el encuentro de editores como la visita a México en sí. He tenido la suerte de poder viajar por muchas partes del mundo, a las más lejanas cuando estuve casada porque mi ex tenía pelas y a otras más cercanas por motivos de trabajo, pero me he dado cuenta de que la edad también es un grado para saber disfrutar de lo nuevo. La tranquilidad espiritual que te dan los años (también otras muchas cosas que voy citando cuando escribo) te permite captar con mucha más sensibilidad todo cuanto la vista es capaz de percibir, no sólo de abarcar. Cuando era más joven (porque lo sigo siendo, eh?), mis centrifugados mentales me ocupaban tanto espacio en el cerebro que me impedían captar la esencia de lo que pasaba a mi alrededor. Iba por el mundo como si fuese algo "zombi", nada me interesaba tanto como pasarme el día mirándome el ombligo y claro, la vida se me iba pasando como una sucesión de imágenes sin demasiado sentido, como si fuese una viajera de avión encajada entre el cielo y las nubes, inmovilizada en mi asiento y con una visión limitada a los más o menos cuarenta centímetros de ventanilla. No veía más allá de las cosas. Ahora, sin embargo, cualquier detalle, por pequeño que sea me hace detenerme y observarlo con pasión. Es como si quisiera beberme la vida, pero no a grandes tragos sino en pequeños sorbos, para saborearla mejor, para deleitarme con ella.
Gabriela Juárez, la mujer que nos ha invitado a participar en el encuentro de Guadalajara, es una tipa curiosa y estupenda. La conocí en el encuentro de EDITA de este año, en Punta Umbría (Huelva). Ella venía en representación de su librería El Aguaje, ubicada en el centro de Guadalajara. No traté mucho con ella esos días, pero al final del encuentro, su organizador, Uberto Stabile, me pidió que la trajera a Madrid porque después debía asistir a otro encuentro en Gijón y tenía por medio unos días sin nada que hacer, lo que podía aprovechar para conocer Madrid. De lo que no me avisó era de que Gabriela se había quedado apenas sin un duro y no podía pagarse una estancia de una semana, como poco, en esta nuestra carísima capital. Así que el "campamento de refugiados" que es mi casa, cuando los acontecimientos así lo requieren, sirvió para tener de invitada a Gabriela. Y descubrí a una persona deliciosa, tan deliciosa que, no sabiendo cómo agradecer su acogimiento, pensó que invitando a Diógenes Internacional a Guadalajara compensaba el detalle, aparte de saber el gran cariño que nos ha cogido. No sabe ella, creo, que su correspondencia es, para mí, mucho mayor que el pequeño detalle que yo pude tener con ella. Para mí no supuso ningún esfuerzo tenerla en casa, pero sé que ella lo entendió como algo "extraordinario" ya que apenas nos conocíamos. Lo que quizá tampoco sabe ella es que conocer a otras personas, poder abrirles las puertas de tu casa y de tu amistad, es un lujo para el que lo hace que no tiene precio. Ya forma parte de lo que yo llamo mi gente, esas personas a las que dejo habitar por el tiempo que ellas quieran en un rinconcito de mi corazón (todavía queda espacio para muchos más). El corazón, en su acepción sentimental, no tiene límites, no debe tener límites. Eso pienso.
Así que vuelvo a mis quehaceres una vez que he satisfecho mi "mono" de blog, pero prometo que vuelvo antes de marcharme el día 21.
Corazón y poesía.
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30 octubre 2007
Ausencia temporal

Todavía no se ha programado mi intervención en RN3, pero se hará, así que avisaré con tiempo. Conocí a Juan Pablo Silvestre, el conductor del programa al que iré, Mundo Babel, y es un encanto de hombre. Tiene, además, otra cara muy curiosa de cantante y compositor. Para los que no conozcáis al grupo "La boa", os recomiendo entrar en estas páginas:
www.boapodcast.com/
www.myspace.com/boaofficial/
www.myspace.com/juanpablosilvestre/
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25 octubre 2007
Hoy he podido
Sí, hoy he podido entrar en mi blog y escribir esto desde mi viejo Mac. Hasta ahora no había podido y aunque no me permite seleccionar letra, tramaño y otras cosas, me hace ilusión. Hasta ahora siempre había escrito desde el PC del curro.
Tengo otra opción... para las urgencias.
Angela me ha escrito para darme las gracias, y yo se las doy a ella por seguir donde siempre.
Poder y poesía.
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Es saludable retroceder en el tiempo... a veces.

Ángela es una amiga de esas que llamamos de toda la vida, o casi, y que siempre tiene un espacio en mi memoria aunque vayan pasando los años y nos comuniquemos muy de tanto en tanto; quizá ahora un pelín más porque nos reencontramos hace como tres años en Tarragona, donde nos conocimos y compartimos muchos momentos, buenos y malos, y ahora me sigue en este blog. Como buena sentimental que soy, nunca olvido a mis amigos, a los buenos, a la buena gente que se ha cruzado en algún momento en mi camino. Son muchos, y todos, pasen años o siglos, ocupan una habitación en el motor de mi cuerpo, ese que late miles de veces al día, unas con pasión, otras con rabia y muchas con sosiego. Lo cuido mucho porque siempre he pensado que es lo mejor que tenemos.
Es curioso porque siempre he sabido de la existencia de sus conflictos familiares pero nunca he conocido los detalles. Los años que compartimos correrías nos contábamos las broncas con nuestras respectivas familias, pero creo que nunca llegamos a profundizar en la desolación, la impotencia y la rabia que todo esto nos producía. Sufríamos, pero eran unos años en los que huíamos de los malos momentos buscando paliativos con otras experiencias vitales. Teníamos en común la rebeldía y el deseo de libertad, también la necesidad imperiosa de ser respetadas y queridas. Yo llegué a casarme (mal) y ella no lo hizo nunca. Tres años de matrimonio y el posterior divorcio fueron suficientes para tener claro que ése no era un estado que me hiciese feliz, que no tenía espacio en mi armario para compartirlo con nadie, al menos en plan pareja convencional. Cada uno en su casa puede ser más llevadero. Las soledades impuestas que viví en la infancia y juventud me convirtieron de mayor en una persona solitaria por vocación y libre por elección. Y autodidacta en casi todo. Nunca he querido depender de nadie ni que nadie dependiera de mí, salvo en esos casos en los que la necesidad de otros y mi sentido de la solidaridad con ellos me han llevado a darles cuanto ha estado en mi mano, incluso refugio temporal. Son circunstancias inevitables de las que he aprendido mucho.
Así era mi viejo, ¡todo ternura!, pero lo curioso es que mientras durante muchos años el rencor dominó parte de mis pensamientos, cuando murió tras un año y medio de deterioro a causa de un infarto cerebral, el recuerdo de él se volvió amable, cariñoso, casi tierno. Quizá porque en los últimos años de su vida, sin dejar de tener el mismo carácter agrio y opresivo, volcó su confianza en mí como nunca lo hizo con ninguno de mis hermanos. No sé si es que pensó que el haberme puesto a hacer una carrera y terminarla después de mi divorcio, eso me volvía inmune ante la irresponsabilidad o ante la falta de seriedad, o que creyó vislumbrar que yo no era ninguna loca de la vida (bastante más de lo que él se creía, por cierto), o que no me había echado a la calle en brazos de "cualquiera" que pasara por allí... No sé qué pasó por su mente para que su actitud para conmigo cambiara, no tanto en el aspecto afectivo como en el de respeto hacia mí. Cuando ya estaba medio demente a causa de su enfermedad y apenas veía, se le iluminaba la cara cuando me escuchaba llegar con mi madre. Me llamaba muchas veces, como intentando comprobar si seguía allí, cerca. También me impresionó que en un momento de medio delirio nos pidiera perdón a todos sus hijos por haber sido tan duro con nosotros. En el fondo de sí mismo él sabía que nos había fallado, y a mi madre también porque con la pobre tampoco fue un bendito, aunque ella, llevada por el miedo e iluminada por la resignación cristiana le soportó lo indecible. Nunca se atrevió a enfrentarse a él (creo que su educación y sus creencias se lo impedían) y muchas veces nos protegió mintiéndole o, mejor dicho, ocultándole la verdad. Pero no lo odiaba y cuando murió me impresionó ver hasta qué punto se le fue parte de su vida también. Ahora, con los años, ha recuperado la vida y es un portento de mujer.
Ahora, a veces, cuando me siento angustiada por alguna cosa, recurro a él y le suelo decir que si es que está en algún sitio, perdido por el universo entre la maraña de estrellas, que me eche una manita... No sé si ese sitio existe, pero a mí me relaja pensar que me escucha.
Mi psicóloga me decía que eso es una regresión... ???
Me olvidaba incluir un poema (malo, como todos los míos) que dediqué a mi padre, más o menos al año de que muriera:
Díselo, padre, ahora que estás perdido
en la penumbra
de un mundo desconocido,
en la vorágine de la nada donde el amor
-dicen-
navega sin rumbo fijo.
Díselo, padre, si es que Dios
te ha invitado a su cena
y te ha ofrecido esa nata que,
al convertirla en plata,
espanta todas las penas.
Cuéntale, padre, que cada día
la sangre y la miseria nos inundan
al abrir la puerta,
que los niños lloran entre bombas
y ruinas
convertidos en despojos de sus propias vidas,
que tiemblan sus cuerpos al son
de un ritmo loco, de metralla,
con el hambre entre las manos
y la mirada helada,
que el dolor dibuja sus rostros con surcos
de mis batallas libradas por otros hombres
para conquistar la nada.
Cuéntale, padre, que el amor
ha desertado, agotado de ver
sufrir y morir,
de tanto asco,
de recoger las migajas que cada día
reparten quienes se esconden
tras los colores de muerte de un viejo
estandarte,
que la justicia se ha dejado arrebatar
la venda de los ojos, para poder llorar,
que la libertad es sólo un sueño agostado
en la memoria,
un nudo seco que atenaza
el eco de los que quieren gritar.
Cuéntale, padre, si es que ahora
compartes su mesa,
que cada mañana, cuando bajo la escalera
me fundo en la espesura de un mundo
invadido de tristeza,
que la paz se ha convertido en un bien
escaso
y por eso cada noche me emborracho
en la oscura soledad
de mi cuarto.
Díselo, padre,
ahora que puedes llorar sin reservas.
19 octubre 2007
Hacerlo bien; decirlo, también
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Isabel Huete
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