Bitácora de Isabel Huete
05 julio 2007
La carga de la prueba... ¿o la prueba de la carga?
Fue la guinda: mire Sr. Zapatero, yo afirmo que es usted un mentiroso, falso y traidor y, por tanto, no me fío de usted ni creo nada de lo que dice, eso sí, como no puedo demostrar mis afirmaciones, hágame el favor de ser usted quien presente la prueba de que es usted inocente porque, si no lo hace, quedará demostrado que lo que digo es verdad.
Y es "éste", un tal Mariano Rajoy, quien quiere gobernar este país algún día.
Y yo, ¡qué ingenuidad!, que creía que todos éramos inocentes hasta que no se demostrara lo contrario... Pues mire, que va a ser que no, que va a tener usted que demostrar que no es una impostora, ni una aprovechada, ni una miserable, ni una mala pécora, ni una robacorazones, ni una pusilánime, ni una chupa-almas, ni una vende-amigos, ni una mata-esperanzas, ni una boicoteadora, ni una ladrona de sueños, ni una mujer mujer... porque lo que yo pienso es todo lo contrario, porque me da la gana, porque quiero machacarla como a una cucaracha, así que demuéstreme que lo que yo digo es mentira, so jilipollas.
Pues menudo problema, porque resulta que después de que me incluyeran entre todos esos votantes que no lo hicieron al PP y que, por tanto, éramos cómplices de ETA y, consecuentemente, sospechosos de terrorismo, el único acta que podría aportar para demostrar mi inocencia sería mi voto... y mi voto me declara culpable... luego soy una terrorista de tomo y lomo, un peligro público, pura escoria. ¿Cómo podré redimir tanto pecado, dioses míos?
Infierno y poesía.
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