Y es que, todo hay que decirlo, me he sentido tan mimada y animada por mis visitantes y amigos/as que me siento apabullada. Desde esta pequeña ventana quiero agradeceros públicamente vuestro interés con todo el cariño del mundo mundial. La vida no deja de sorprenderme y de ser generosa conmigo. Buen rollito.
Resumiré mi nueva experiencia como si fuera una peli en avance rápido porque estas cosas son para repasarlas sin detenerse en demasiados detalles, al menos así lo creo yo y no precisamente porque me produzcan ninguna grima sino porque, como ya he dicho en otras ocasiones, no hay que pararse mucho tiempo en lo pasado sino mirar al frente para aseguir avanzando. No, no es que sea una tragamillas, pero tampoco quiero convertirme en estatua de sal; lo mío tira más hacia el dulce, sobre todo si contiene chocolate.
02:00 p.m.: ¡Joder, me he olvidado de ir a sellar el volante de la operación! Para no llegar tarde cojo al taxista más joven, inexperto y lento de todo Madrid.
02:50 p.m.: ¿Ha traído las pruebas? ¿Qué pruebas? Las que le han hecho para la operación. Nadie me dijo que las trajera. Pues no la podemos operar sin ellas. Anda, caballero andante, cógete un taxi y búscame en el mueble de la habitación una carpeta azul de plástico y traémela. Vale, colega.
03:00 p.m.: Habitación guay. Hambre, sudor y sin lágrimas. Acuéstese y espere a que vengan a buscarla. Pongo la tele para que pasen el tiempo y el hambre mejor.
05:30 p.m.: Viene el celador y me pide algo en un idioma que no entiendo. Al final comprendo que es sordomudo o algo así y no puede pronunciar bien. Caballero andante sí lo entiende y le da los dichosos papeles. Fernando Alonso no me hubiese llevado a más velocidad por los corredores. Paso ante gente que me mira con conmiseración y yo les saludo con la mano a lo Lady Di. Son mis minutos de gloria...
05:35 p.m.: Me aparca en una especie de parking de camas, antesala de los quirófanos. Las otras camas están vacías y mirando a mi alrededor pienso que parece la puerta del cielo: todo limpito y pintado en un azul clarito muy logrado. Un tipo vestido de verde se acerca a mí y me coge la mano con afecto. ¿Eres el anestesista? Me suelta la mano con cierta brusquedad y se le borra la sonrisa. No, no soy el anestesista. Creo que es un cirujano al que le ha sentado como un rayo que le confundiera con el pinchadrogas. ¡Un jilipollas!, pienso y no lo digo. Trasiego de enfermeras médicos y demás especímenes sanitarios. En la puerta de los quirófanos la señal de peligro de radiación en verde, ¿querrá decir que en los quirófanos no están contaminados? No lo sé porque no llevo las gafas y lo veo todo borroso. Me dan ganas de preguntar pero no lo hago para que no me llamen cateta.
05:50 p.m.: Sacan a una operada y me meten en la sala no contaminada. Focos y mesa de operaciones dura como una piedra. ¿Una almohadita, porfa, para mis cervicales? Sí, hay almohadita para mí. Me quieren pinchar en la mano o en la muñeca y protesto. Duele un huevo ahí. Aparece un hombrecillo de verde con un pañuelo en la cabeza anudado a lo pirata, de colorines y con dibujos de patitos y bichitos varios. Los anestesistas siempre son los más estrafalarios, supongo que es porque les pone eso de las adormideras. Con esas pintas no me extraña que al cirujano que me cogió la mano le fastidiara que lo confundiera... Me pincha a la altura del codo, donde yo quería. Le comento que lo que menos me gusta es no poderme resistir a la anestesia. Eso pasa cuando uno se droga, me contesta. Graciosillo, ¿eh? Luego me dice que piense en algo bonito. No se me ocurre nada y me voy al otro barrio en dos segundos.
06:15 p.m.: Abro los ojos sobresaltada, como si no supiera qué ha pasado. Ya está hecho, me dice mi ginecólogo, ha salido todo perfecto. Mi boca está más seca y rasposa que el esparto. Tengo mucho sueño y todo me da vueltas. La cara del anestesista cerca de la mía. ¿He roncado mucho? No, en absoluto. Menos mal, pienso. Era una de las cosas que más temía. Coquetería hasta el final. Fitipaldi me devuelve a la habitación a la misma velocidad que antes. Veo pasar las puertas a toda leche pero no sé si es por la velicidad o por el globo que llevo encima.
06:30 p.m: Ya en la habitación una enfermera me dice que no puedo ni dormirme ni beber agua en una hora. La hora más larga de mi vida y además tengo un hambre de loba. En el gotero un analgésico que me da todavía más sueño. Me paso la hora cabeceando a izquierda y derecha para evitar el sueño. Me acuerdo de la tortura de impedir el sueño aunque sé que esto no se le parece ni lo más mínimo, por suerte.
07:35 p.m.: Por fin una botellita de agua para la nena. La bebo con fruición. ¿Y comer? Más tarde. ¿Has hecho pis? No. Pues intenta hacerlo porque si no tendremos que sondarte. Ante esa posibilidad me siento en el váter hasta que consigo hacerlo. La última sonda que me pusieron me produjo una cistitis de tal calibre que me tuvieron que ingresar durante una semana. No me pillarán en otra. Hay que batallar contra lo que una no quiere. Me visita mi ginecólogo y me dice que el quiste era bastante grande pero cree que es un hamartoma (¡vaya palabreja!) como se había diagnosticado y, por tanto, inocuo. Para más seguridad hay que esperar al informe de Anatomía Patológica. Es el protocolo y me parece lo normal. No me preocupa. No hay ganglios que hagan sospechar nada malo. Por la mañana ya me puedo largar a casita.
09:00 p.m.: Bandeja con cenita. Dieta blanda. Vale. Sopa de estrellas sin sal. ¿Un poco de sal? Dos sobrecitos. Tacos de patatas, cocidas antes de que los conquistadores las trajeran de las Américas, con zanahorias y dos trocitos de puerro. Me lo zampo como si fueran angulas de aguinaga o caviar iraní, pata negra. Catorce años de internado es una mili muy larga y me como lo que me echen, y si hay hambre no digamos. El flan de postre es malo con ganas pero a mí me sabe a tocinillo de cielo. Un fiestorro.
10:30 p.m.: Me duermo como una bendita aunque me mantengo vigilante toda la noche para no doblar el brazo en el que tengo puesta la vía. Menos mal que me muevo poco.
11:55 p.m.: Me despiertan para preguntarme si quiero un zumito de naranja o de piña y suelto toda la retahíla de maldiciones imaginables, ¡panda espabilaos! Ya que me han despertado, me tomo uno de naranja. No está mal pero sigo soltando maldiciones. Me vuelvo a dormir.
07:15 a.m.: Desayuno , por decir algo. Intentan ahorrar costes y se nota que no son ellos los destinatarios de semejante bazofia. Sueño con un croisant y un buen café. Ya queda poco.
08:30 a.m.: Última dosis en vena de analgésico. Debe de ser otra droga porque me duermo aunque no quiera. Me gustaría saber qué guarrería me han puesto pero me da pereza levantarme para leer lo que pone en la bolsita colgada sobre mi cabeza. ¡Que le den!
10:40 a.m.: Llega una doctora muy amable y me dice que me puedo ir cuando quiera. Antes de que acabe ya estoy vestida, ni siquiera me detengo a lavarme los dientes y a peinarme. Me enjuago la boca y me echo el pelo para atrás con los dedos. Ya habrá tiempo de ponerme guapa en casa.
12:00 a.m.: Desayudo en la cafetería de enfrente del Hospital. Eso sí que es pura delicatessen pero estoy medio borracha todavía a causa del analgésico. Me voy a casa a tumbarme a ver si se me pasa. Por la tarde ya estoy casi recuperada. No me duele nada ni echo de menos el hospital, lo cual me parece muy sano. Hice lo que tenía que hacer y ya pasó todo.
Ahora, a otra cosa mariposa.
Nota: las horas son aproximadas, no estoy tan pa'llá... :)
Experiencia y poesía.
8 comentarios:
Lo mejor de todo el final, justo después del desayuno de verdad.
Ya pasó.
Bueno ya pasó todo.
Eres GRANDE, GRANDE, GRANDE.
Besos y abrazos
Jjajaajaja eso, tú, siempre, tú y tranlará. Me alegro que todo vaya marchando. Te quiero, bruja. Mil besosssssss
Me he reido un montón con tu "odisea hospitalaria" pero menos mal que todo salió bien. Eso es lo importante. Muchos besotes reina, M.
En efecto, a otra cosa, mariposa. Adelante.
Que gracia tienes "resalá".También me he reido con tu odisea.
Buen final. Bien contado. Humor, my friend, humor: y vive Dios, si es que vive, que no te falta.
Con dos cojones... ¡Con el pavor que le tengo yo a los hospitales! Un besazo :-)
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