Ayer leí una entrevista en El País a Luz Casal y me hizo gracia que dijera lo que decimos todos después de padecer un cáncer: que la enfermedad le ha cambiado la vida, que es lo mejor que le ha podido pasar. Aparte de la admiración que como cantante le tengo (¡lo que he llegado a emocionarme cada vez que he escuchando su "Piensa en mí"!), también me ha aparecido siempre una persona bastante singular. No sé si es su voz, tan gutural como de múltiples registros, o quizá sus ademanes, o su ausencia de divismo (al menos en apariencia); la cuestión es que me gusta lo que canta y cómo lo canta. Y ahora veo que después de superar su cáncer se ha convertido en un miembro más de esa banda de "iluminados" que formamos los que hemos pasado por semejante experiencia. Yo no sé qué es eso que nos pasa, qué es esa especial "reconversión" que se produce en nosotros. Parece como si al ver acercarse a la muerte por el camino nos inyectáramos un plus de vida para obligarla a pasar de largo. A los visitantes indeseados nunca se les suele abrir la puerta, y menos aún si sabes que pretenden robarte lo poco que tienes (o lo mucho), y ya no digamos si lo que te arriesgas a perder es lo más importante que te ha ocurrido: vivir. Ni agua, oiga. Y cuando la ves alejarse, es como que empiezas a necesitar plantar más flores en el jardín; abrir las ventanas de par en par para que entre la brisa; dejar que el sol inunde de luz todos los rincones; bañarte en agua de rosas a la luz de las velas; escuchar en silencio la música de los grillos al anochecer... Y compartirlo todo, transmitir toda la belleza que has sido capaz de acaparar (no por ello desaparecen las "borderías" que también se tienen) y amar más todo y a todos. Es difícil explicarlo con palabras. A mí se me han ocurrido éstas. No sé qué sería de mí si no pudiese utilizar la naturaleza como argumento.
Bitácora de Isabel Huete
08 enero 2008
Queda mucha luz todavía
Bueno, pues ya pasaron las luces, el Belén, los turrones, los camellos, el roscón y la family. Ahora a descansar de ese mogollón y a lo mío, que tengo por delante otro aún más gordo.
Pero lo primero es superar la nueva revisión que empiezo hoy. No lo puedo negar (creo que ya lo he dicho en alguna otra ocasión), me acojono siempre un poquito cuando llega el momento, aunque no me dejo abatir. La realidad es la que es: las posibilidades totales de curación en este tipo de linfoma son pocas -aunque las hay y yo estoy convencida que pertenezco a ese grupo de privilegiados- y las empeoraría una recaída. Pero yo, que presumo de intuitiva, creo que en esta ocasión tampoco van por ahí los tiros. Me siento bien, casi pletórica, de cuerpo y mente, así que creo que no hay que dejar pasar de largo ni la más mínima de las cosas pequeñas que tanto me gusta disfrutar, y de las grandes no digamos, pero de esas hay menos... Pero sí tengo dos cosas grandes por delante que sé que me van a poner como una moto en los próximos meses: una nueva edición en libro-objeto de poemas de mi amigo y desconocido (en persona) Andreu Navarra, poeta singular e intenso, en mi opinión, aparte de un muy buen articulista (ver el último que ha escrito en
sobre Cioran). Para ver más sobre él, lo tengo linkeado en "Mis poetas". Y ayudar a José Mayoral a preparar y montar una nueva exposición de su obra en la Sala La Paloma (Madrid) a finales de febrero. Ya he empezado haciendo las fotografías de sus cuadros para el catálogo y ahora empezaré a diseñarlo. Tiene confianza en que se lo haré bien y eso me da ánimos. Aparte está el seguimiento de la exposición itinerante que le están preparando en México. Todo esto son retos que recargan a tope mis pilas.
También llegué a tiempo para enviar mi colaboración al próximo número de la revista virtual "Espacio Luke". No voy a entrar en detalles, pero escribí un relato, una fantasía sobre Klimt, y aunque me faltó tiempo para pulirlo un poco más, quedé contenta de lo escrito, sobre todo porque toco un tema que nunca antes había tocado. Creía que no sabría cómo hacerlo, y no sé si he sabido pero lo he hecho. Sé que es una tontería no decir qué tema es pero como esto es un diario personal y también público, me divierte jugar a la incógnita, quizá porque a mí me gustan las sorpresas. No sé cuándo saldrá porque su webmaster tiene que modificar la página, pero cuando lo sepa lo diré. Gracias otra vez, Inés querida.
Ayer leí una entrevista en El País a Luz Casal y me hizo gracia que dijera lo que decimos todos después de padecer un cáncer: que la enfermedad le ha cambiado la vida, que es lo mejor que le ha podido pasar. Aparte de la admiración que como cantante le tengo (¡lo que he llegado a emocionarme cada vez que he escuchando su "Piensa en mí"!), también me ha aparecido siempre una persona bastante singular. No sé si es su voz, tan gutural como de múltiples registros, o quizá sus ademanes, o su ausencia de divismo (al menos en apariencia); la cuestión es que me gusta lo que canta y cómo lo canta. Y ahora veo que después de superar su cáncer se ha convertido en un miembro más de esa banda de "iluminados" que formamos los que hemos pasado por semejante experiencia. Yo no sé qué es eso que nos pasa, qué es esa especial "reconversión" que se produce en nosotros. Parece como si al ver acercarse a la muerte por el camino nos inyectáramos un plus de vida para obligarla a pasar de largo. A los visitantes indeseados nunca se les suele abrir la puerta, y menos aún si sabes que pretenden robarte lo poco que tienes (o lo mucho), y ya no digamos si lo que te arriesgas a perder es lo más importante que te ha ocurrido: vivir. Ni agua, oiga. Y cuando la ves alejarse, es como que empiezas a necesitar plantar más flores en el jardín; abrir las ventanas de par en par para que entre la brisa; dejar que el sol inunde de luz todos los rincones; bañarte en agua de rosas a la luz de las velas; escuchar en silencio la música de los grillos al anochecer... Y compartirlo todo, transmitir toda la belleza que has sido capaz de acaparar (no por ello desaparecen las "borderías" que también se tienen) y amar más todo y a todos. Es difícil explicarlo con palabras. A mí se me han ocurrido éstas. No sé qué sería de mí si no pudiese utilizar la naturaleza como argumento.
Canto y poesía
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario