Bitácora de Isabel Huete
24 mayo 2007
Tucha, soledad y Don Miguel
Subiendo esta foto que me envió mi recién conocida amiga Marta Torre-Marín (porque nos conocimos en Edita, este año), Marta-Tucha para los amigos, creo que es una B y B (buena y bella) manera de comenzar este blog que me trae por la calle de la amargura porque soy una auténtica paleta en esto de interpretar el lenguaje y los códigos informáticos. Eso sí, experimento, me equivoco, reparo, me cabreo y al final me harto y me fumo un cigarrillo por aquello de que estimula no sé si las endorfinas o cualquier otra proteína, o lo que sea. Luego continúo y, por fin hoy, me decido a publicar aunque todavía tenga muchas cosas que aprender para modificar, porque soy una tiquismiquis inaguantable y nunca me quedo satisfecha del todo... Lo cual no creo que sea lo mejor. Lo importante es que aquí estoy.
La foto me encanta por esa sensación de desmadejamiento y pasotismo que transmitimos. No creo que ninguna de las dos seamos demasiado pasotas, pero creo que a ambas nos gustaría serlo un poco más.
Tucha ha sido un descubrimiento la mar de interesante. Además de divertida, buena gente y con un discurso digno de tenerse en cuenta, es una magnífica pintora. Algunos la recordaréis porque nos repartió unos cuadernos para que espontáneamente escribiésemos, si queríamos, un poema sobre la soledad. Siendo la soledad un tema que me interesa y practico de forma habitual (soledad buscada y querida, nada de mal rollito), con un poco de retraso le escribí el mío. Y digo con retraso porque no me considero ni mucho menos poeta aunque la poesía me entusiasme (no toda, la verdad), y me carcomía el gusanillo del miedo a hacerlo mal, a no estar a la altura (como siempre, con la autoestima "bien alta" :-)). Pero batallé contra el miedo y en 15 minutos del domingo 29 de mayo, desayunando en la terraza de una cafetería de Punta Umbría, escribí este poema, o lo que sea, que someto a vuestra lectura:
Te voy a decir una cosa:
por más que te empeñes
nunca caeré en tus brazos,
y si lo llego a hacer
será cuando yo quiera.
Si comparto mis días contigo
es porque yo te he elegido,
porque te saqué de la nada,
porque eres lo que yo quiero que seas.
Por eso eres mi tiempo
y mi silencio,
cuando yo quiero.
Y también, aunque te fastidie,
la risa que me da cuando hierve la leche
y rebosa el cazo;
y el ruido de la calle que ahoga la música.
Eres el hombro
en el que vomito cuando la vida
se me indigesta.
Tú sabes - y si no lo sabes te lo digo yo-
que si te permito dormir a los pies de mi cama
es para echarte a patadas
cuando me molestas.
Además te huele el aliento y eso es
motivo suficiente para el divorcio.
Me cansa tu insistencia,
ese frenesí que muestras
por ocupar mis horas,
por seguirme a todas partes.
El trato fue que no te inmiscuirías
en mi vida,
que yo gozaría de total libertad para usarte
a mi antojo,
pero tú erre que erre...
Ah, y no pongas ojos de carnero degollado
cuando te digo estas cosas
o cuando te doy la espalda,
porque cualquier día te dejo
de patitas en la calle.
Me cansas,
me aburres,
soledad,
porque nunca me dejas estar a solas.
Tiene Miguel de Unamuno un ensayo sobre la Soledad, con este título, que es una maravilla. Os lo recomiendo a quienes estáis/os sentís solos y a quienes no. A mí es que D. Miguel "me pone", siempre me ha puesto desde que me obligaron a leerlo para hacer un trabajo de literatura en el colegio. Hay escritores que, al menos en mi caso, es difícil que pasen por mi lectura y mi vida de puntillas. Unamuno me parece un paradigma de la libertad de pensamiento y de la rebeldía. Claro, que ser así a principios del s. XX no tiene que ver nada con serlo en estos tiempos, ni la forma de expresarlo. Trasmutó en cosas bastante contrapuestas a lo largo de su vida, pero quizá ese sea su mayor encanto, las muchas contradicciones en las que incurrió. Era humano y nunca alardeó de estar en posesión de la verdad, ni siquiera de ser coherente. Él, que participó en política al mismo tiempo que fue tremendamente crítico con ella, no sé qué hubiera dicho de esta campaña electoral que estamos sufriendo, al menos yo.
Estudiamos Espe y yo en el mismo colegio... privado, de señoritas bien, religioso por supuesto (eran otros tiempos, peores). No es que mis padres fueran de la alta burguesía, ni mucho menos, pero tenían la idea de que educarte en el mejor de los colegios posibles y relacionarte con gente de postín te educaría mejor y la vida te abriría mayores y mejores caminos. Supongo que eso se puede traducir en que querían lo mejor para nosotros y todo esfuerzo económico bien valía la pena para tan noble fin... La verdad es que los cinco hermanos que somos aprovechamos bastante poco las oportunidades que nos dieron y hemos salido todos un poco vainas. También coincidí con Espe bastantes años después en el Club Liberal de Madrid... porque yo en aquél tiempo era liberal... de lo que no reniego porque aprendí muchas cosas, entre otras que no tenía ni puñetera idea de lo que era la política ni de quién era yo o lo que quería en realidad ser de mayor. Me caí del caballo, como San Pablo, en la Universidad, cuando conocí a tantos compañeros y compañeras de extractos sociales de muy diversa índole, personas comprometidas, solidarias, con conciencia de clase, luchadoras y tremendamente respetuosas. Nada que ver con el pijerío con el que me llevaba relacionando desde mi más tierna infancia y al que creía pertenecer sin hacerme la más mínima pregunta, aunque he de confesar que en según qué situaciones me sentía bastante incómoda, pero era incapaz de preguntarme el porqué y menos aún de darme una respuesta. No es que fuera o pareciera tonta, es que no me habían enseñado a cuestionarme nada; las cosas eran como debían ser, punto pelota. En todo caso me alegro haber hecho después el requiebro más importante y saludable que he hecho en mi vida para encontrar la senda por la que más agusto camino: la de la izquierda.
La pena es que algo conseguido con bastante esfuerzo porque una ha tenido que ir desmontando ladrillo a ladrillo (ahora tan de moda, para peor) los cimientos sobre los que le construyeron la vida para, desde la desprotección y desnudez más absoluta, volver a construirlos en otro terreno menos encharcado, más firme, aunque también menos protegido, pero más interesante, ahora tenga que compatibilizarlo con un señor llamado Miguel Sebastián... Un cretino crónico que aspira a la alcaldía de Madrid desde... la izquierda... Zapatero estuvo "sembrao" al designarlo...
La cuestión es que Espe y Gallardín me dan nauseas y Sebastianín diarrea; Sabanés me gusta y Angel Pérez no, tampoco Izquierda Unida (el PC, su brazo más largo, es un santuario de elefantes momificados, y no soy comunista). Así que para el próximo domingo vuelvo a estar en la misma disyuntiva que estuve en el 96, cuando no quería que gobernara la derecha pero tampoco aquel PSOE que FG y adláteres dejaron sembrado de iniquidad. Conclusión, que creo que tiraré una moneda al aire: cara, abstención; cruz, no lo sé. Es que me jode que la derecha ,y Aznarín a la cabeza, puedan utilizar mi voto, y el de muchos otros, torticeramente si me abstengo.
Me voy a fumar un cigarrillo porque pensar en esto no sé si me aburre, pero lo que es seguro es que me cansa.
Paz y poesía.
Publicado por Isabel Huete en 12:40
Etiquetas: abstención, Elecciones, Esperanza Aguirre, familia, Miguel de Unamuno, pijerío, poema, política, PSOE, Punta Umbría, soledad, votar, ZP
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4 comentarios:
Besos, tartas y sonrisas sin plástico.
Rechulo lo tuyo, nena.
Besote.
Bienvenida a la blogsfera! espero que estas singladura con bitácora personal te sea muy frutífera. Un beso muy fuerte desde Barcelona!
Agustín
Hola Isi
Yo también estoy aprendiendo a ponerle bozal a mi soledad. Ya no dejo que se me suba a la falda ni que me obligue a sacarla a pasear a diario. Sois muchas las personas que me habeis enseñado a hacer ésto. Y tú una de ellas, por supuesto.
Precioso el poema y muy interesante el blog en general. Le auguro una larga vida.
Y sí, esta vez soy Al :-)
Mil besos
¡Este es mi Al!
Gracias, como tantas veces te he dicho, por estar ahí/aquí y por algunas soledades que, más que yo a ti, me has espantado haciéndome ver la vida de otra manera.
Eres el mejor de los cómplices y a medida que pasan los años, más.
Quiérote.
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