Después de varios días sin escribir porque he estado metida en la tarea de diseñar y maquetar un catálogo de pinturas de José Mayoral (http://diogenesbitacora.blogspot.com/) para enviarlo a México, retomo el blog para hablar de alguien a quien tengo un enorme cariño, vamos, que lo adoro: Luis Felipe Comendador.
Conocí a Luisfe hace ya... como 10 u 11 años, quizá 12, que no es poco, en una reunión del Círculo de Bellas Artes convocada por Uberto Stabile (estupendo amigo, poeta y gestor cultural) para intentar abrir la convocatoria anual de editores alternativos e independientes que se celebraba en La Rabida (Huelva) a más editoriales que reunieran esas características. Nosotros, desde Diógenes Internacional Ediciones, asistimos porque vimos un artículo en la revista Ajoblanco que hacía referencia a esta convocatoria.
La convocatoria se abrió y ya va por la XII edición, bajo el nombre de EDITA, celebrándose ahora en Punta Umbría (Huelva). Creo que no he dejado ni un solo año de asistir porque, además de presentar las ediciones que hemos ido haciendo a lo largo de estos años y poder disfrutar de las que realizan otras editoriales alternativas y no tanto, es una manera de reencontrarnos con los amigos/as que durante el resto del año apenas podemos vernos, y entre ellos está Luisfe, que no siempre asiste, lo que alimenta las ganas de volver a verlo, y para mí es una fiesta cuando lo veo aparecer.
Luis Felipe me engancha por muchas cosas: su poesía (un lujo), su simpatía, su afectividad, su profesionalidad, su melancólica alegría, su honestidad, su lealtad, su creatividad, su capacidad de crítica y autocrítica, su sensibilidad... y un sin fin de cosas más, pero hay una que sobresale sobre todas o, quizá, sea un compendio de todas ellas y que yo creo haber percibido desde el mismo día que lo conocí: su gran humanidad. Y me voy a permitir mostrar una fotografía que él desconoce y que le hice en uno de esos encuentros de EDITA (creo que es de hace 2 o 3 años) en la que muestra su parte más humana, la de quien se deja abatir por el cansancio, o quizá el aburrimiento, y se sumerge en el sueño como un niño, ajeno al ruido circundante, inspirando esa ternura que a todos nos produce contemplar la felicidad de quien duerme. A mí me la inspiró y por eso me permití fotografiarle a traición, aunque siempre motivada por el cariño que le tengo.
Este ser tierno y grandullón (dejarse abrazar por él es una delicia) al que no puedo dejar de leer a diario en su magnífico blog, es capaz de compartir, sufriendo y/o alegrándonos con él, sus vivencias diarias mediante disertaciones tremendamente lúcidas ya sea sobre su vida familiar, sus amigos (qué emocionante respeto y cariño les tiene), sus vecinos de Béjar (ciudad en la que vive y revive), su trabajo editorial y de imprenta, los encuentros en bares con conocidos o no, o los chascarrillos y vaivenes políticos y sociales de una comunidad a la que no puede permanecer ajeno. A fuer de sensible es elegante en sus afectos y en sus desafectos, por eso no perdona el cutrerío ni las malas formas, y le duelen, y le dejan huella.
Me escribió ayer para decirme que ha incluido mi blog en su blog de blogs y, aparte de emocionarme con el detalle (soy una sensiblera de cuidado), me he sentido realmente honrada de que haya pensado en mí. Y si me he sentido así es porque sé que cuando hace estas cosas no es de forma gratuita, sino que pone en ello el corazón. Al presentar mi blog, dice, además, cosas bonitas de mí, de lo que hago y de lo que escribo, y también sé que si lo dice es porque lo siente, aunque yo, que tiendo a no dar importancia a lo bueno que se diga de mí porque siempre pienso que puedo hacer las cosas mejor (¡ese maldito perfeccionismo, princesa!), siento tremendo pudor ante sus palabras. Pero gracias por ellas, querido Luisfe, querido amigo, delicia de persona.
(http://diariodeunsavonarola.blogspot.com/)Volver después de varios días para hablar de un buen amigo es gratificante y saber que está ahí, como toda esa buena gente que tengo el privilegio de conocer, te reconcilia con el mundo, y te hace olvidar las cargas de profundidad que a veces la vida nos lanza... y si no te las hace olvidar, te da fuerzas para hacerles frente, para mirarlas a la cara y demostrarles que no les tienes miedo. Los amigos, la buena gente, alimentan la vida. Son el azúcar de la vida.
Amistad y poesía.
2 comentarios:
Qué bonita eres, coño.
Lo de la foto es magnífico... lo único que me jode es que me la hayas ocultado hasta el día de hoy.
Te quiero, bicho, y al Mayo, que le estoy leyendo estos días y voy a ponerle una corona.
Muac
Porque te lo mereces, corazón.
Yo también te quiero.
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