Bitácora de Isabel Huete

SOLIDARIDAD CON HAITÍ

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26 mayo 2008

EDITA 2

Además de lo que es el encuentro general y lo apetecible del viaje en plena primavera; casi siempre los campos verdes, los matorrales de flores amarillas en la mediana de la autopista hasta llegar a Andalucía, donde son sustituidas por adelfas de todos los colores; el paso por Despeñaperros, siempre impresionante y novedoso para mi mirada aunque lo haya recorrido mil veces; las casi infinitas extensiones de olivos de Jaén, tan ordenados en hileras que parecen trazadas con un tiralíneas, y la adivinanza de la cercanía del mar cuando pasas Huelva, me recreo en el encuentro que tendré con una serie de personas que para mí son importantes, en el abrazo en el que nos fundiremos, en la alegría indubitable de saber que cada uno espera ese momento mágico como si fuera la primera vez.

En el camino hice un amigo muy simpático en una gasolinera a la salida de Sevilla al que quiero dar a conocer porque fue valiente y se dejó acariciar casi como un corderillo. Me dijo su nombre al oído pero los días no pasan en balde y ya no lo recuerdo...
(Mi amigo caballo y yo en una gasolinera de Sevilla)

Los últimos 100 km. de Sevilla hasta Punta Umbría siempre me parecen interminables, pero cuando por fin atravieso la cancela del Albergue Juvenil en el que cada año nos alojan y oigo y huelo el mar (está a pie de playa) siento que algo en mí se transforma. Es el mar, lo sé, porque su cercanía me produce mucha tranquilidad, me sabe a vida y a sueños, me transporta a muchos momentos trascendentales de mi vida, unos buenos y otros no tanto. Siempre está ahí como un referente de lo que soy y de lo que he sido. El mar, para mí, es lejanía y grandeza, pero también serenidad, y riesgo, y danza, y renovación, y abismo.

(Playa de Punta Umbría. Huelva)

Creo que después de hacer 700 km. estábamos todos un pelín desaforados, aunque contentos porque al final la recompensa valió la pena. Por eso, cuando Sergio Cuateco sacó su cámara para inmortalizar la llegada, quisimos dejar patente que estábamos más que contentos, como auténticas motos. 


(Erándini, Mayoral, yo y Gabi Cuateco ante la recepción del Albergue. Punta Umbría. Huelva)

Después de ducharnos y cambiarnos, nos fuimos a cenar sabiendo que en los lugares habituales, encontraríamos amigos, como así fue. Era inevitable que en el primer bar nos encontráramos con Javier Seco, un monstruo creativo y una de las personas más animosas y divertidas que conozco; Juanje, gran fotógrafo y colaborador de uno de mis libros-objeto, tierno y cariñoso; Hugo Larrazábal, poeta y lo que se tercie, mimoso y mi calvo favorito; las chicas de Kukú Bazar, un grupo rompedor de teatro experimental que vinieron a Madrid (son de Vitoria) a animar una de mis presentaciones, increíbles; Yolanda Pérez, poeta, editora y performance, de la que ya he hablado en este blog; los chicos de La Más Bella, tan originales y divertidos como siempre; Braulio, uno de los tres cananeros de La última canana de Pancho Villa, algo huérfano sin Javi Berros y Juanjo Barral, a los que eché de menos; Goiko, poeta autodenomidado reversista que está alucinado de ver el éxito que ha logrado a sus bastantes años y hombre tímido pero de gran carisma; Tucha, pintora de extraordinaria sensibilidad y persona a la que profeso un gran cariño porque es deliciosa y además muy inteligente... En fin, que estábamos todos encantados de habernos conocido (unos a otros) y el reparto de besos y abrazos fue tan efusivo y emocionante como siempre. 

Y ya, una vez besados y manoseados todos, nos pusimos a comer y a beber lo que no comemos en todo el año: coquinas que nunca pueden faltar porque somos adictos (para quien no las conozca, son como pequeñas chirlas planas y de forma alargada, y muy sabrosas), choco (sepia rebozada), hacedías (como lenguaditos muy pequeños), pijotas (minipescadillas), puntillitas (chopitos), calamares del campo (aros muy finos de cebolla y de pimiento verde rebozados y fritos) que es una de mis debilidades, y cerveza, y vino blanco del Condado, y manzanilla, y después lo que se terciara...

Más o menos a las 11 de la noche empiezan todos los días lo que son los recitales de todo tipo en un pub-bar que se concierta todos los años, aunque este tocó cambiar y a mí, la verdad, me gustó menos que el de los años anteriores aunque fuera más grande, pero había más follón de gente y sobre todo visitantes del pueblo, que los pobres, al no entender demasiado qué es lo que se cocía allí, lo mismo les daba gritar, que reír a carcajadas o que ponerse a jugar al billar. En todo caso, tampoco es que nosotros nos contengamos demasiado porque a esa hora, después de habernos puesto ciegos a comer y beber, solemos llegar bastante desatados todos. Pero es curioso, cuando hay algún/a interviniente que destaca por su originalidad o por su calidad, empiezan los chisteos y todo el mundo se calla. No puedo negar que hay de todo, aunque la mayoría son bastante buenos y merece la pena escucharlos con atención, aunque a veces hay más gente en la calle que dentro... Pero eso es normal porque tenemos mucho que contarnos y muchas ganas de reírnos. 














(Javier Seco)







                    (Juanje y Hugo Larrazábal)















 (Braulio Gª Noriega recitando)










                                                                                    (Tucha, a la izquierda)



Pues así transcurrió la primera noche, que no por ser la primera fue la más divertida porque lo fueron todas, aunque sí la más emotiva y la más emocionante. Así lo viví yo y así lo cuento.

Amistad y poesía.

5 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué buen relato del viaje. Yo también espero ese momento en el que huele a mar. Sólo los que somos de tierra adentro sabemos qué significa.

Teresa dijo...

Primero Despeñaperros
Luego Punta Umbría
Luego la manduca. ¡Por Dios! que se le hace a uno la boca agua....

Isabel Huete dijo...

¡Qué gran invento ese del mar, eh, Pedro?! A mí me entra el mono más o menos cada tres meses. Lo curioso es que viví 11 años en una ciudad marinera (Tarragona) y no supe apreciar el valor de tener cerca esa inmensidad. Eran años muy jóvenes y probablemente estaba más interesada en otras cosas. La edad es un valor vivencial extraordinario.
Besitos.

Pues Bipo, el año que viene te editamos tus deliciosos cuentos y te vienes a presentarlos. El viaje lo tienes asegurado, la estancia es superbarata y el buen rollo está asegurado, ¿se puede pedir más?
Besazos.

jg riobò dijo...

No es mala idea editar a Bipolar.
Huelva es uno de los sitios favoritos míos con esa luz y ese mar.

Isabel Huete dijo...

¡Es que Bipo tiene unos cuentos estupendos!

Huelva tiene una extensión y calidad de playas de las mejores de España.
Besazos.

FOTOLIA