Bitácora de Isabel Huete
23 septiembre 2008
Desperdicios... ¿o despojos?
Como ese tornillo oxidado que atraviesa la pequeña abrazadera de hierro, también invadida por la destrucción, siento la impotencia apretando con sus punzantes aristas el globo carnoso de mi estómago. De vez en cuando regurgita como un volcán y estalla en mi cerebro. Luego arrastra su lava sucia por mis venas para acabar solidificada en mi corazón. Ahí se queda agazapada esperando un nuevo estallido para ir engordando, creciendo, e inmovilizar mi latido.
La impotencia es un desperdicio, y a veces un despojo, pero hoy no encuentro la manera de tirarla a la basura.
Impotencia y poesía.
Publicado por Isabel Huete en 14:15
Etiquetas: Impotencia
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11 comentarios:
Ya sabes que yo acumulo óxido. Pásamelo a mí y libérate.
¡Hija! tu post de hoy me ha dejado llena de herrumbre...tanto tornillo ¡con aristas! atravesando tu estomago y ¿regurgitando como un volcán? Querida, eso se cura con un buen polvo. Te lo deseo de todo corazón ya verás cómo te quedas como NUEVA. Hazme caso, te habla la voz de la experiencia... Besotes, M.
La impotencia me suele escalar por la garganta y a la vez me pone la cara como si me fuera a estallar, pero no consigo vomitarla.
A tragar y a depositar malamente en otro apartado del cuerpo.
PEDRO, gracias por ese rasgo de generosidad, pero ni de coña te pasaría mi impotencia, oxidada o no. Yo a los amigos procuro limpiarles el óxido, o hacerselo más llevadero, pero nunca aumentárselo. No soy nada sádica y tú deberías ser menos masoca :)
Un beso nada oxidado, cielazo.
MERCHE, hay cosas que no puedo contar en este momento pero te aseguro que las causas de mi impotencia no se curan con ningún polvo... De todas las maneras, sé que me lo dices para animarme y no sabes lo que te lo agradezco. El tenerte ahí para mí es un lujo.
Un besazo.
BIPO, sé que tú lo entiendes, que sabes bien lo que es sentirse impotente, pero creo que, a pesar de todo, nunca debemos permitir que nos paralice. Podemos dejar que se instale en cualquier lugar del cuerpo pero nunca que llegue a nuestros pies y nos impida caminar. Hay que seguir, siempre.
Un beso enorme.
Vomita, tú que puedes, yo vomito en borradores.
La impotencia estalla un día u otro, me siento una caja de bombas, miedo me da el estallido.
Besos, cariño y feliz día :D
En fin, impotencia y tornillos, o cambiarse el corazón por un disco que gire y gire destrozando el interior, la caja torácica como recipiente del puré de tus desdichas.
Y a esperar, a ver si un día cagamos negro metalizado, y parimos un robot al que mandar lejos. A tomar por culo exactamente. Y con eso y un poco de hemoal iremos tirando.
Pero siempre nos quedará el recuerdo de lo vivido.
DIANNA, corazón, vomitar es una terapia que hay que utilizar para limpiarnos de la mierda que llevamos dentro, y cuando digo mierda no es porque lo seamos sino por lo que nos salpica de lo que nos rodea.
No podemos estar eternamente jugando a ser otros.
Un besazo y disfruta de lo que queda del día.
OIGRES, estás en tu casa, gracias por visitarme.
Siempre nos quedará el recuerdo de lo vivido, me dices... Y es que el recuerdo de mañana es lo vivido hoy, por eso hay que vivir al día y olvidarse del ayer y del mañana. Pensar en otro tiempo es bueno siempre y cuando nos sirvan para hacer un hoy llevadero. En otro caso, mejor no recordar ni soñar.
Un besote.
Hola Isabel!
La impotencia, a veces, rodea oprimiendo la garganta hasta el punto de enmudecer...eso me pasa a mí en ocasiones, y es entonces cuando sin poder, quisiera gritar hasta quedarme sin voz!
Ando muy atareada, pero pasaba a dejarte un abrazo:))
Sibyla, ya me imaginaba que estaba liada porque me paso todos los días por tu blog y veo que lo tienes parado. ¡Me alegra un montón tu visita!
Veo que sabes bien lo que es la impotencia porque la has expresado de lujo con pocas palabras. Pero no debemos desistir, hay que seguir en la lucha, y gritar cuanto creamos necesario. No cura, pero alivia.
Un beso muy grande.
Dejate llevar por la impotencia, pasará.
JAVIER, ya me dejo, ya me dejo. ¡Qué remedio!
Besitos.
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